martes, 24 de abril de 2007

Ya no les peguen a los lelitos

Hace una semana un pinche coreano se volvió loco... bueno dicen ya estaba medio pirado el güey, pero el chiste que agarró sus fuscas y se le hizo buena onda eschabecharse a 32 personas en una universidad en Virgina. No digo los datos exactos porque todos ya los saben.

La onda es que después del desmadre nos enteramos que a Takeshi ya no le subía el agua al tinaco bien, que su misma agüe le tenía miedo, que su maestra ya les había dicho que un día se le iba a botar bien feo y así pasó. También se supo que él era el clásico niño lelo de la secu, al que todo el mundo sapeaba nomás porque sí.

Este mundo se divide en dos tipos de personas: los que dan sapes en la nuca, y quienes los reciben. Takeshi era de los segundos, de aquellos a quienes les roban el changüis en el recreo, el güey que te hace la tarea o le metes unos putazos, al que las chavas nunca pelan, el güey a quien le puedes echar la culpa si te echas un pedo cerca, al que... bueno el punto es ese.

Lo malo es que van acumulando rencor, rencor que puede explotar algún día en forma de plomo y no se responde chipote con sangre porque como diría el príncipe “porque el tiempo tiene grietas, porque grietas tiene el alma, porque nada es para siempre y hasta la paciencia acaba...”.

El pedo estuvo que en el gabacho puedes comprar un cuerno de chivo hasta en un puesto de tamales. Aquí en México si a un teto se le bota la canica un día, no pasa de que te responda feo, o te suelte un madrazo, o ya muy loco que te aviente el coche (si es que tiene). Pero allá el cuate te llena de hoyos y ya valió madre todo... porque no es la primera vez que pasa.

Así que mientras estén prohibidas las armas en manos de civiles, el mundo seguirá teniendo su orden natural; los chidos seguirán siendo chidos y los mensos mensos se quedarán. A Dios gracias.

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