jueves, 23 de enero de 2014

Aváncenle jijos de la...

Un hombre de avanzada edad, que bien cabría en la definición de "venerable anciano", deshace sus puños tirándole madrazos furiosos al volante, antes de entrar en una fase superior de desesperación en la que su frente termina estrellándose en el claxon para tocar mentadas de madre cargadas de frustración sangrienta, al llevar hora y media parado en el Periférico con rumbo al norte, a la altura de la Feria de Chapultepec.

Como él, una larga colección de rostros compungidos y gestos de hartazgo a lo largo de varios kilómetros sumaban una cadena de odio tan grande como el boquete en Conscripto que cerró completamente la circulación en los carriles centrales, conmocionando con ello todo el poniente de la ciudad, desde más allá del Viaducto.

Yo, que venía en el sentido opuesto con rumbo hacia mi casa en el sur, procedente de amanecer en algún congal barato de Tultitlán, no me quedaba de otra más que burlarme de todos aquellos que lloraban de rabia al ver arruinado su día entero a causa de una fuga de agua. Lo malo es que yo no fui el único ojete que lo hizo, pues además de bajar la velocidad para ver el hoyo del otro lado, los de éste desaceleraban para agradecer en la jeta de los otros que no fueran los afectados, por lo cual también se hacía tráfico.

La lluvia de insultos terminó más allá de San Jerónimo, inexplicablemente porque habiendo tantas formas de evitar la zona y de enterarse de la bronca, todo el mundo insistió en pasar a huevo por el desmadre.

¡Chá!

miércoles, 15 de enero de 2014

Vienen las autodefensas

San Lorenzo Tlacoyucan es la tierra de la nada (en realidad quiere decir en náhuatl "lugar lleno de hierba"), un pueblo perdido y olvidado en la delegación Milpa Alta, de esos que no se cree que todavía pertenezcan al DF y a eso que llaman Ciudad de México. Está sobre la carretera a Oaxtepec, arriba en el cerro, donde ya ni nopales hay, se llega mucho después de pasar San Pedro Atocpan, capital mundial del mole, y antes de Sana Ana Tlacotenco (donde yo nací), que aunque ese se ve más lejos, está más cerca al centro de la demarcación. Ahí, donde las aves van a morir, acaba de ocurrir una masacre que advierte lo que viene.

El lunes, un campesino asesinó a sus tres hijos y a su esposa para después volarse la cabeza de un escopetazo al estilo Kurt Cobain. No fue un hecho que deba pasar desapercibido en las páginas de nota roja de los periódicos, pues las causas distan mucho de la locura y se acercan más a la realidad nacional. Según dicen, el asesino-suicida estaba siendo extorsionado por un grupo delincuencial mediante llamadas telefónicas que lo amenazaban con muerte si no pagaba por la protección a su familia y, como no tenía lana, decidió acabar con todos.

Durante los últimos años ha aumentado la presencia de grupos armados en la región, que si bien no son tan visibles como en otros estados, la cantidad de gente que se queja por el acoso que reciben da cuenta del problema que se avecina, el cual puede desembocar en algo como Michoacán.

Víctor Hugo Monterola (sin ningún parentesco, además de que mi apellido se escribe con "a" y no nací con un cromosoma de más), Francisco García y José Luis Cabrera Padilla, los tres últimos jefes delegacionales en Milpa Alta, han dejado crecer el problema del crimen organizado en la región más alejada y olvidada del Distrito Federal, que al aún ser una zona rural es susceptible de presentar ese tipo de problemas sin que nadie se entere.

Desde hace años, por lo menos un sexenio completo, varios han sido los comerciantes de pueblos como Santa Anta Tlacotenco, San Lorenzo Tlacoyucan y San Juan Tepenahuac que han denunciado que grupos de hombres armados se han presentado en sus negocios, desde carnicerías hasta puestos de tortas, para exigirles el pago de una cuota por protección argumentando ser miembros de un importante cártel, antes eran los Beltrán Leyva y ahora son Los Zetas, lo cual es atemorizante por la alta probabilidad de ser cierto, pues la región está en los límites con el estado de Morelos, tierra históricamente azotada por narcos.

El multihomicidio del lunes pasado, en el que un hombre mató a su familia por la desesperación de pagar los 300 mil pesos que una voz en el teléfono le pedía, es claro ejemplo de ello y de cómo las autoridades locales no están preparadas para enfrentar un problema similar, al preferir evadirlo pensando que por ser una demarcación tranquila de nopales y vaquitas nada tan horrible puede llegar a pasar.

¡Uts!

martes, 14 de enero de 2014

Los ricos también lloran

En medio de la más sucia y depravada pornografía dominical me encontraba yo (esa que incluye animales y a la mamá de Lucero), cuando un mensaje en Twitter, replicado por el siempre inútil de mi valedor Javier Risco (un cachetón que sale en la tele dando noticias chaquetas y en el radio con el Sopitas), me alertó sobre la presencia de un coche de la marca Ferrari (de los originales, no un Tsuru rojo con spoiler y calcomanía de caballito) incendiándose sobre Reforma, a la altura de Paseo de las Palmas.

¡No mames!, exclamé horrorizado, porque ni que fuera una combi con motor que se enfría a base de aire, sino una compleja máquina italiana que bien podría ser considerada una obra de arte, al conjuntar la potencia de un motor V12 con la clase que algo que cuesta cuatro millones de pesos debe tener, y que al final de cuentas vale madres en el primer tope o bache, porque circulan como a dos centímetros del piso.

Al momento de ver las fotografías en la red dejé lo que estaba haciendo y lo que me tenía tan apasionado, para salir corriendo y agarrar aunque sea mi ecobici para llegar a apagar el fuego aunque sea a escupitajos, para quedarme lo que quedara de él o por lo menos darme una vuelta, sin importar que el culo me quedara oliendo a humo.

Pero nel, ya no llegué. Para cuando me apersoné en la escena ya era de noche, ya no había Ferrari y hasta el pavimento habían limpiado. Ya ni para lamer el suelo que alguna vez pisó un verdadero automóvil.

¡Chá!

lunes, 6 de enero de 2014

Estúpidos Santos Reyes Magos

En estos días de hueva y decadencia navideña reviví mi fanatismo hacia las Adolescentes Mutantes Tortugas Ninja, gracias a las largas sesiones de rascamiento testicular frente a la televisión, sintonizada indistintamente en los canales 5 y Nickelodeon, lo que me sirvió para olvidarme de lo miserable que me hacen sentir estos días en los que todo el mundo está feliz creyendo que tienen méritos suficientes para seguir viviendo.

Pese a que en la nueva versión de mi caricatura favorita de la infancia les cambiaron el nombre a los personajes y en vez de ser Leonardo, Donatello, Rafael y Migue Ángel, ahora son Leo, Donnie, Raph y Mikey (porque nos vale madre el arte renacentista), revivió en mí la necesidad de poseer las figuras de acción, también llamados "monitos", para jugar a los chingadazos en la alfombra de mi sala, y por ello me lancé a buscarlos a la juguetería más cercana.

Amarga decepción me llevé al descubrir que en todas las tiendas, hasta en la que anuncia Mamá Lucha y los tianguis más piojos, estaban agotadas las figuras de las Tortugas Ninja por culpa de los malditos Reyes Magos, que se apañaron todos los juguetes buenos y en los estantes dejaron puros Max Steel, que son para niños con tendencias homosexuales.

Hace 20 años esos estúpidos me privaron de tener a las cuatro al traerme pura ropa bien culera y ahora, que ya tengo dinero para comprármelas, me la aplicaron otra vez. Y luego que no se encabronen porque digo que no existen.

¡Chá!