viernes, 31 de mayo de 2013

Soy una pinchi señora

El olor a estrógeno caduco era insoportable, casi tanto como el sonido de miles de gargantas gritando tan agudo como podían, descargando las frustraciones de una vida sin emoción, añorando esos años de juventud que, si lo piensas tantito, ni fueron tan buenos.

Eran miles de señoras las que vibraban por dentro de lascivia, ansiosas de ver a esos que las hacían nadar en sus propios fluidos hace más de dos décadas. Estaba yo a punto de burlarme de lo surreal de la escena, cuando me di cuenta que yo era una de ellas, que a mí también me gustan las rolas de Emmanuel y Mijares, de quienes me encontraba a unos pasos, mordiéndome las uñas porque empezara el toquín.

Conforme pasaban las rolas, de uno y de otro, me di cuenta de que sí estoy muy cabrón, porque me las sé todas, con todo y coreografías, contando el bailecito de Mijares, que más bien parece que le está dando una chiripiorca con epilepsia. Atribuyo ese dominio de la música ochentera a mis noches de karaoke, en las que utilizo esas mismas letras y pasos para ligarme ñeras demasiado borrachas como para poder distinguir entre el original Emmanuel y yo.

Al final, ya con el Auditorio cayéndose a pedazos a causa de los alaridos de una multitud de rucas negándose a la menopausia, me entregué a la música, ofreciendo mi garganta como tributo a esos dioses de la balada y el pop, que son responsables de que yo esté en este mundo, pues podría apostar que sonaba Con olor a hierba cuando fui concebido.

¡Chá!

jueves, 30 de mayo de 2013

Los chakas andan sueltos

A las siete sonó el despertador con la canción del Pollito pío, justo lo que necesita uno para levantarse con ganas de abrazar la vida y disfrutar el día. Después de quitarme las chinguiñas de los ojos y tirar el miedo por la taza, abrí la ventana para salir al balcón y recibir los rayos del sol, antes de comenzar una jornada más haciendo de este mundo un lugar mejor, cuando un extraño olor me embistió apenas respiré el ambiente matutino.

Era una combinación como de solvente con frutas tropicales lo que me llegó a la nariz, aroma que me cautivó pero al mismo tiempo me estupidizó un poco más de lo que usualmente estoy. Algo no estaba bien, el mundo estaba a punto de colapsar, pero no pude evitar sentir que las cosas se iban a poner peor.

Ese sentimiento, que es como un escalofrío que nace en la nuca, recorre la espalda y termina en el fondo de la cola, se confirmó cuando a lo lejos se escuchó con cada vez más estridencia el sonido de la música de reguetón en el aire, acompañada de una serie de gemidos que hacían eco en todos los edificios de alrededor, cual si fuera una orgía colectiva.

En ese momento lo supe y corrí hacia la calle, donde encontré mi coche sin espejos laterales y sin estéreo, estacionado junto a varios a los que les habían quitado los tapones. Miré alrededor y noté una abrumadora mayoría de adolescentes con mal corte de cabello circulando a bordo de motonetas pedorras. El apocalipsis ha llegado: ¡el Conalep está en huelga!

¡Chá!



lunes, 27 de mayo de 2013

La gloria del triunfo



La tierra prometida, el juguete que no llegó en Navidad, el dulce que se acabó, el helado que se cayó, la niña que dijo que no, la chica que se burló, la vieja que no aflojó, el coche que no arrancó, la mujer que abandonó, el perro que se murió, el balón que se ponchó, el árbol que se quemó, el sueño que se derrumbó, el trabajo que no gustó, la fantasía que no se cumplió, el examen que se reprobó, la vida que no fue.

Todo, incluso las lágrimas que nadie consoló, quedó atrás cuando el sonido del cuero rozando el fondo de la red se dejó escuchar en medio del silencio que provocaron miles de gargantas al jalar aire antes de gritar con todo lo que los pulmones daban el canto del gol, que era el definitivo, el cuarto de la tanda de penales que consolidaba una hazaña heroica y una noche memorable, incluso para aquellos que no simpatizan con la causa del Ave.

¡Qué Ilíada ni qué la chingada! Los aqueos y los mirmidones comandados por Aquiles palidecerían ante las 80 mil almas que el domingo por la noche colmaron de gloria la tribuna del Azteca, que fue testigo del nacimiento de un nuevo héroe en Moisés Muñoz, quien con un arranque de coraje y un poco de suerte borró la alegría de la cara de millones.

Hoy salgo a la calle con mi playera amarilla y saludo a quienes profesan la misma religión que yo: la del triunfo. Ahora sí no importa que sean muchos los oportunistas, los que en las malas esconden su credo, porque es tiempo de gozar.

¡Arriba el América!

miércoles, 22 de mayo de 2013

Elevador de la muerte

Picas el botón del elevador como si éste fuera a responder más rápido si te enojas más. Tienes prisa, se te hace tarde, te estás meando y la telenovela ya va a empezar. Analizas irte por las escaleras, pero qué hueva porque son siete pisos los que hay que bajar. Comienza a llover, ¡utamadre! Pero llega el ascensor, te metes y oyes a lo lejos un esperen, esperen, esperen. Ignoras y apresuras el cierre, pero una manita alcanza a entrar y todo se detiene.

Una morena-piernuda-chaparrita se trepa al cubículo metálico del amor, y en ese momento lamentas que sólo sean siete pisos en vez de la vida eterna. Hola, te saluda y tú sonríes, aún embobado con el escote que tímidamente asoma el paraíso. 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1 y no se abre por más que le apachurren a la alarma y trates de abrir con tu escuálida fuerza.

Nadie responde del otro lado, tratas de hacerte el simpático frente a la cámara de seguridad, pero parece que ésta está rota. Ella se desespera, hiperventila, se abre la blusa, se echa airecito y comienza a sudar mientras tú te sientes en la previa de una porno. La tranquilizas, le tocas el hombro, le sobas el brazo y le dices que espere, alguien llegará, aunque nadie sepa que están ahí, porque ni señal de teléfono hay.

Te sientas en el piso, aprovechas para ver debajo de su falda, la única frontera entre un accidente y la fantasía sexual definitiva. Ella te mira, sabe lo que estás pensando, sonríe y en ese momento llega el poli y abre la puerta.

¡Chá!

lunes, 20 de mayo de 2013

Ave Marío

La vida, por lo menos la mía, no vale nada. Sin méritos personales que me hagan una mejor persona, sin aspiraciones, con los sueños destruidos y la moral en el suelo, debajo de la caca que impunemente acaba de dejar ese perro cuyo dueño es más puerco aún, lo único que espero, por lo que rezo y me hace levantarme por la mañana, es que el América sea campeón.

Debo admitirlo, me convertí en una de esas personas que como no han hecho nada que valga la pena, depositan su alma en los logros de desconocidos para sentirse ganadores, para tener el derecho de mirar a los demás hacia abajo, de creerse superiores, aunque valgan menos que este periódico pasado mañana, cuando ya esté en la pila del reciclaje, que paga 70 centavos el kilo.

El próximo domingo habrá motivos para sonreír o para llorar, para salir a la calle con el pecho en alto o para quedarse en casa consciente de que se es un mediocre que confió en el talento de alguien más, un desconocido que tal vez hace lo que hace sólo por dinero, pues el reconocimiento a su trabajo ya lo tiene seguro.

Quien gane salga campeón verá sus camisetas multiplicarse en las calles, cuyos portadores tienen el derecho de humillar a los demás escudándose en una bandera, aunque por dentro estén huecos. Seremos muchos los que orgullosos nos pasearemos sintiendo que la vida tiene sentido, que no hay motivo para suicidarse aún, que somos mejores que alguien sólo por el simple hecho de irle al América... o a Cruz Azul.

¡Chá!

jueves, 16 de mayo de 2013

Miedo de a madres

Tarde del sábado 11 de mayo, festejo del Día de las madres, restaurante California de la avenida José López Portillo, en Coacalco, Edomex. Bufet para mamases tragonas y sus familias, mientras sus chamacos juegan en el área infantil, sumergidos en la alberca de pelotas y perdidos en los túneles y toboganes. Todo es felicidad, gozo y glotonería, hasta que la presencia del gandalla se deja sentir.

A través del vidrio de la ventana que da al estacionamiento del lugar se puede ver cómo llega un convoy de vehículos compuesto de tres camionetas suburban negras de pocamadre, escoltando un auto compacto, de los cuales descienden nueve hombres, todos armados, algunos con rifles de asalto, en actitud agresiva, desatando en los comensales el terror, pánico e histeria, y una que otra evacuación temprana de lo recién engullido.

El instinto maternal se activa y las señoras, sin importar lo monumental de sus carnes, se levantan ágilmente a recoger a sus engendros, ante el peligro inminente de que se los maten en una balacera. Los otros, mientras tanto, se estiran plácidamente, preparándose para entrar a disfrutar de una tragadera inversamente proporcional con el tamaño de sus penes, pues algún trauma han de tener para andar con esos pistolones.

La gente asustada pide sus cuentas, paga y se va, no sin antes levantar la queja correspondiente, que el gerente responde de forma indiferente, asegurando que por ser servidores públicos, no puede impedirles el paso.

¡Chá!

viernes, 10 de mayo de 2013

Ay sí, mamá, mamá

Flores, una cena en un restaurante dos-dos, abrazos, besos, regalos, todo es felicidad en el Día de las madres. El Facebook se llenará hoy de fotografías de mamases con frases alabándolas, diciendo que son las mejores, que se han rifado y un sinfín de cosas, además de los mensajes de felicitación para aquellas que no sean demasiado ancianas para manejar la tecnología.

No diré que todos son una bola de pinches hipócritas por olvidarse de quien les dio la vida, para sólo recordarla un día al año y sólo porque así lo marca el calendario, porque eso lo digo todos los 10 de mayo. Tampoco mencionaré el hecho de que yo ignoro a la mía siempre, especialmente ese día, precisamente para no parecer un farsante más. Pero sí les digo una cosa: su madre no es la mejor del mundo.

La mía tiene un doctorado, dos maestrías y como 60 diplomados, es joven y guapa, además de ser una súper atleta. Se levanta a las cinco de la mañana a correr y hacer ejercicio, por las tardes hace yoga y nada, y cuando tiene chance le entra a la zumba, al jazz y a los gordobics. Cocina pocamadre, desde un arroz colorado hasta un pastel imposible. Hace quehacer y lidia con el difícil deber de hacer que los niños sean menos estúpidos, pues es maestra.

Tiene dos hijos que, por más que nos esforzamos, no nos le salimos del huacal. Ambos tenemos carreras universitarias, futuros prometedores (¡ayajá!), novias guapas, no nos drogamos, ni le vamos al Cruz Azul, lo cual habla muy bien de ella, más que de nosotros. Mi madre, aunque no es la mejor del mundo, puedo afirmar que es mejor que la de usted, querido lector, así que bájele a su 10 de mayo, que no tiene mucho que celebrar.

¡Uts!

martes, 7 de mayo de 2013

Pueblo de porquería

Cual si fuera un narcoejecutado colgando del pescuezo, pero aún más desagradable, impresionante y traumático, se encuentra una manta colocada en un puente peatonal del centro de la delegación Xochimilco, mediante la cual se exhorta a la Secretaría de Turismo del DF a nombrar al pueblo de Santiago Tulyehualco como Barrio mágico, con el fin de atraer a mayor número de visitantes, tanto nacionales como extranjeros.

Yo la vi al circular por la avenida Prolongación División del Norte y casi me cago en las vestiduras de piel de mi coche del puro desconcierto de saber que alguien está tan tarado como para pensar que ese bache maloliente rodeado de ambulantaje y cercado por criminales puede ser atractivo para los turistas.

Si bien Tulye, como se le dice cariñosamente, es famoso por sus dulces y panes de amaranto, además de las nieves de sabores, también es conocido por ser una localidad que sirve de paradero apestoso de camiones humeantes, foco infeccioso de vendedores de cuanta porquería y fayuca exista en el mundo, lienzo interminable de grafiteros de poca monta y hoyo fonqui de malvivientes.

Qué tan cabrón estará ese paraje alejado de la mano del creador, que yo fui alumno de la secundaria diurna #44, Rosario Gutiérrez Eskildsen, donde aprendí a robarme chescos del camión de Jarritos cuando surtían las tiendas, rayar mi nombre con esmeril las ventanas de los micros, huir de la policía, brincar bardas de tres metros y a no besar prostitutas en la boca.

¡Chá!

domingo, 5 de mayo de 2013

Placer efímero

Hace un par de semanas vagaba yo a medianoche por la colonia Roma a bordo de mi Lamborghini Miura 1970, que no lo saco de día porque se gasta, cuando repentinamente el tránsito vehicular, que a esa hora es perfecto para correr en una máquina mítica de 12 cilindros, se detuvo sobre la calle de Monterrey, después de cruzar Insurgentes hacia el Ángel, parando mis impulsos por matarme a 200 kilómetros por hora en un tope.

¡Ah cabrón!, vociferé por encima del ruido de 400 caballos de fuerza desbocados y frustrados ante la inmovilidad. ¡Pinche alcoholímetro!, maldije con un acelerón como de microbusero enojado porque le ganaron el pasaje, para después toparme con la sorpresa de que no se trataba de ningún operativo policial, sino de la inauguración de un exclusivo bar que esa noche convocó nalga de tan buena calidad, que se daba el lujo de dejar afuera a una que otra que sí le andaba presentando a mi mamá.

Ese antro que parecía de perdición, de nombre Mister Killer y ubicado entre Colima y Durango, se veía tan padrote, que, aprovechando el coche y mi pinta de alcahuete de perras caras gracias al saco Ermenegildo Zegna de contrabando sobre mi camisa de imitación marca Andoencombi, me detuve para tirar un rostro un rato.

¡Qué lugar! ¡Qué viejas! ¡Qué música! ¡Qué chupes! ¡Qué caro!, pero no había fijón porque bien valía la pena cualquier cosa con tal de dar arrimones a niñas bien. Lástima que dos días después lo clausuraron por un conato de incendio.

¡Chá!

viernes, 3 de mayo de 2013

Amor anarquista

Al verlos salir por su propio pie, ordenaditos en una fila y saltando las barricadas que ellos mismos colocaron en busca de la salida, pensé que aún me encontraba bajo los efectos del thinner que inhalé la noche anterior barnizando la viga de la que próximamente me voy a ahorcar.

Alrededor de las ocho de la mañana de ayer, los encapuchados que mantenían tomada la Torre de Rectoría de Ciudad Universitaria desde hace 13 días se retiraron del lugar, aceptando la propuesta de las autoridades para revisar el plan de estudios del CCH, con el fin de que huevones como ellos no tengan que aprender inglés. Lástima, porque yo quería ver madrazos.

En medio de la decepción, un rayo de esperanza: salió del inmueble con sus cosas dentro de una mochila una chica parista, que bien podría definirse como un astro de sexualidad desbocada debajo de un rebozo cuadriculado amarrado a su cabeza, que sin embargo asomaba el rostro de finas formas, ojos claros y cabello rubio, que remataba su erotismo con un short que dejaba al descubierto un par de largas y lamibles piernas, que el frío matutino obligaba a mantener debajo de unos mallones cafés.

Sólo de pensar que ese animalito de la creación estuvo casi dos semanas encerrada entre una bola de hippies apestosos se me revuelve el estómago, pese a que seguramente ella tiene las mismas estúpidas ideas anarquistas en la cabeza, que la llevaron a mancillar el espíritu universitario que habla por mi raza, como dice el escudo.
¡Uts!