lunes, 25 de febrero de 2013

El fantasma Dos Naciones

En la Casa de los Azulejos hay un espectro que sabrosea meseras en la cocina, en la Catedral Metropolitana merodea la Dama de gris y en la Alameda Central rondan los espíritus de los integrantes del Batallón de San Patricio, fusilados ahí en 1847 durante la intervención estadounidense. Son historias y mitos de espantos conocidos en el Centro Histórico de la Ciudad de México, a los cuales se les suma uno más: el fantasma Dos Naciones.

Cuenta la leyenda que desde hace pocos días se le ve rondar por la calle de Bolívar, también adentro de la famosa cantina y congal. Sentado en la barra, dicen que pasa las noches en pena, con un trago en la mano y hablando incoherencias mientras hace ademanes con la otra. Creen que fue torero porque ese es su tema favorito, aunque quienes saben afirman que es un simple villamelón.

Un aire frío acompaña su presencia, se aparece de repente, ignora a las ficheras que por 30 varos se regalan durante los tres minutos que dure la canción, pues añora un amor perdido, el cual, según dicen, era una güerota que lo abandonó después de que él lo perdió todo a causa de su ambición e incapacidad.

Triste y desolado, quienes lo han visto afirman que más que miedo, su figura, acabada y con cara del perro Droopy, pero moreno y anciano, da lástima. No hay conjuro para librarse de él como con otros espantos, sólo hay que dejar que por su propia voluntad se vaya, aunque tarde unos minutos o dos años en darse cuenta que es sólo un muerto.

¡Chin!

martes, 19 de febrero de 2013

La pasión de Cristo

A lo lejos, en un puesto de kekas, se escuchó la voz del narrador gritando el gol, al minuto 17, del Toluca. El diablo ya va ganando en el Azteca, dijo el cronista sonando en un diminuto televisor, al que me acerqué como perro oliéndole la cola a otro, por detrás y con sigilo, porque luego hay gente envidiosa que no te convida de su tele y sólo la pone en la calle para hacerte sentir miserable porque tú no tienes una.

¡Chingadamadre, ya está jugando el Ave!, me reproché al caer en cuenta que me encontraba en la explanada de una iglesia en Coacalco, Estado de México, vestido como monigote, esperando el inicio de una boda de gente que ni conocía. Estiré el cuello para ver el partido, pero ¡oh pendejo!, lo hice demasiado evidente y mi vieja, con ese infinito amor que me tiene, me dijo con una mirada: ni lo pienses cabrón, estás conmigo, a la chingada tú y tu puto futbol. ¡Chin!

Y que se arranca el padre con su sermón, que si esa unión era sólo por amor y no para satisfacer sus pasiones (ayajá), que si hay que recibir a los hijos que Dios quiera mandar (como el cabrón no los tiene que mantener) y que el matrimonio es para siempre. Mientras tanto, yo checaba con recato casi artístico la cuenta de Twitter @CF_America con los pormenores del juego. Con disparo de media vuelta, Raúl Jiménez empata el marcador.

¡Agüebo!, dije murmurando, para después corregir: agüebo, el casamiento es un acto de fe en nuestro señor, le dije a mi mujer, que ya se las olía.

Al minuto 54, Benítez estuvo a punto de marcar el segundo, pero el disparo pasó rozando el poste de la portería de Talavera. Yo, inmerso en la dinámica del siéntense, párense, hínquense, recen, sufran, arrepiéntanse, salúdense, pensando en un pretexto para salir de la iglesia, correr hacia la explanada para ver un poquito del partido, que en la narración del Twitter lucía emocionante.

Pero todo era imposible, ya que el recinto lucía pletórico, a reventar, con sus ángeles en el techo blanco, su Cristo sangrado en la cruz y más imágenes que, más que paz, daban miedo las jijasdelachingada por lo mal hechas que estaban, sin mencionar a la hinchada de damas de honor, todas de morado, esperando el momento de abalanzarse por el ramo en la fiesta posterior.

Yo, como me encontraba en las filas de en medio y rodeado, iba a hacer un escándalo al salir, por eso seguí pendiente del encuentro en mi celular, que asomaba apenas del saco para no hacer enojar a la morra a mi lado, que a pesar de lo dulce que se veía, es capaz de ejecutar una castración a mano limpia.

Minuto 80, penal sobre Aldrete, Osvaldito cobra y el Ave le da la vuelta al marcador, dos uno sobre Toluca. ¡Agüebo hijosdesupinchemadre!, exclamo, para luego corregir: ¡Agüebo hijosdesupinchemadre, ya son marido y mujer! Se cumple el tiempo y yo en el orgasmo. Se acaba la misa, vayan con Dios traidor, que en venganza por mi desatención, le otorgó un gol a su enemigo, el diablo, en tiempo de reposición.

¡Chá!

lunes, 18 de febrero de 2013

¡Qué indignante!

Debo confesar que estoy indignado, molesto y me siento humillado. Todo el caso de la diputada perredista Crystal Tovar Aragón, quien denunció ser víctima de acoso sólo por el hecho de asistir a trabajar en minifalda, me tiene muy consternado, pero no por el hecho de que las mujeres no puedan expresar su sensualidad, sino porque yo no tuve nada que ver.

El escándalo sobre las críticas a la vestimenta de la joven legisladora, que derivó en un repudio generalizado en la Cámara baja hacia todas las formas de violencia a la mujer, fue detonado por el blog 'Corte de caja' del portal Yahoo México, cuyo autor, un tal Miguel Ángel Castillo, descalificó a la chihuahuense por su inexperiencia y por su atuendo, más que por sus propuestas. El texto fue publicado apenas el 8 de febrero, es decir, dos meses después del que, en este mismo espacio, le dediqué a ella.

Lo que me duele es que, a pesar de que la llamé "cúmulo de erotismo desbordante en pasión, perfección corpórea de simetría gluteal magnificente", Crystal no me haya pelado, ni haya hecho pancho. Aunque yo, más que demeritarla, pretendía alabarla y hasta cortejarla, cosa que creo no me salió.

Raro que se haya hecho pedo hasta ahora, siendo que esas fotos de Roberto Angulo, en las que sus nalgas parecer reventar la falda, están desde diciembre y ya hasta en la H para hombres salieron. Y eso que nadie peló las que tomó El Moi, también de Cuartoscuro, en las que trae mallitas rosas, que se le ven de nomames.

¡Uts!

miércoles, 13 de febrero de 2013

El Padrote

Pizza de salmón, súper mamona, de pasta doradita, con queso del badotas (que sabe medio agrio pero chido), alcaperras (creo que así se llaman) y aceitunas rebanadas finamente, cocinado todo en horno de piedra, muy a la italiana, muy pípiris, y muy pinche caro, la verdad. Todo, nomás como preámbulo para ver la película El Padrino, estrenada en muy pocas salas de cine en la ciudad de México, en el marco del 40 aniversario de la cinta.

Por primera vez en mi pinchi vida iba a ver la mejor pinchi película de todo el pinchi mundo y en pinchi pantalla pinchi grande, no en mi televisión toda chaqueta con mi DVD que a veces agarra y a veces no, lo cual me hizo sentir bien, pues no estoy tan viejo como para haberla visto cuando se estrenó en los setenta, cuando Al Pacino era un mocoso, como lo soy yo ahora.

Para disfrutar de la experiencia de ver el clásico de Francis Ford Coppola en su formato original, fue necesario ir hasta Multiplaza Arboledas, que es un centro comercial en el Estado de México, al que se puede llegar agarrando una combi que tarda hora y media en llegar desde el Metro El Rosario, y eso que agarra Gustavo Baz, que se supone es una vía rápida. Pero todo vale la pena, porque es el único complejo en la ciudad que tiene una función en pantalla macro, que es tan grande que los cachetes de Marlon Brando se ven como las nalgas de Ninel Conde.

Y yo, en el orgasmo mental, tanto, que hasta dejé chorreando la butaca, sin ningún tipo de vergüenza porque vi las chichis de Simonetta Stefanelli (Apollonia) en IMAX caon".

¡Uts!

domingo, 10 de febrero de 2013

Me dio frío

Ya los fui a ver y, la verdad, sí se me abrió el cutis. Iba yo muy sacalepunta, muy nalga, muy acá, con mis chacos y toda la cosa, dispuesto a entrar a la Dirección General del Colegio de Ciencias y Humanidades en Ciudad Universitaria abaratando porros como en la película de Matrix, hasta con acrobacias, haciéndola de a Charles Bronson universitario. Pero nel, nomás no se armó.

Me bajé del camión todo rudo, vestido completamente de negro, aflojando los músculos para que no me fuera a dar un calambre al momento de repartir las patadas, caminé con cara de malo y todos a mi paso me veían y decían “miren, ahí va un justiciero, pobre de aquel que haya cometido la ofensa que lo enojó tanto”, porque sí parecía que iba yo a violar a alguien.

Sin embargo, cuando llegué al meollo del asunto, me topé con una veintena de ñeros, greñudos, apestosos, con cara de vivo-en-la-Morelos-no-te-pases-de-lanza-o-te-clavo-el-filero, haciendo guardia y esperando tronarse al que se les pusiera enfrente, sea policía, militar o el mismísimo rector José Narro, supe que sería una misión complicada, por más clases de tae-bo y zumba que haya tomado con la vecina.

Por ello, reitero mi llamado a formar un grupo antiporril con todos los titulados de la Universidad que, como yo, estén hartos de que una bola de huevones ocupe las instalaciones bajo pretextos estúpidos como no querer tomar clases de inglés, escudados en la autonomía que prohíbe la intervención de la fuerza pública.

¡Uts!

viernes, 1 de febrero de 2013

PemeX-Men, al rescate

Eran poco después de las tres de la tarde cuando una explosión cimbró el poniente de la Ciudad de México y una densa nube de humo se comenzó a alzar sobre Marina Nacional, donde se ubica la Torre de Petróleos Mexicanos, cuya base se incendió después, dejando como saldo preliminar 14 muertos y 80 lesionados. Dada la magnitud de la tragedia, al lugar acudieron el jefe de Gobierno del DF, Miguel Mancera, el presidente Enrique Peña Nieto, el Ejército... ¡y los X-Men!

Todos corrían despavoridos huyendo del fuego, las estructuras colapsándose y los vidrios volando entre el caos en el que nadie sabía en donde refugiarse de más estruendos, tal vez causados por un atentado con bomba en el edificio de la empresa paraestatal más poderosa de México y América Latina. Sin embargo, había un hombre que supo qué hacer, que entró al infierno a socorrer a los desamparados: ¡Wolverine!

La señal de Milenio Televisión transmitió en vivo las imágenes de James Howlett, alias Logan, mejor conocido como Wolverine, miembro de los X-Men, ayudando a un pobre Godínez obeso que no se pudo levantar de su silla con rueditas a salir del inmueble, antes de que éste se derrumbara.

Un poco pasado de pozoles, quizás por su estancia en nuestro país, pero por el atuendo, el cabello, la barba y el valor mostrado, hizo indudable que se tratara de él, aquel mutante canadiense con poderes regenerativos, garras retráctiles y esqueleto de adamantium, que hoy es también un héroe mexicano.

¡Chá!