lunes, 10 de mayo de 2010

Madre sólo hay una… ¡la mía!

Mi jefa santa, aparte de ser la única que me soporta, tiene como 16 doctorados, 84 diplomados, 25 carreras, 12 pasantías, lava, plancha, limpia, cocina bien chikles, es una atleta, tiene gustos medios raros pero aún así le parte su madre a quien le pongan.

Pero lo más importante, es que a diferencia de la bola de ñeros que atiborran los restaurantes el 10 de mayo, le vale madres si la felicito o no. O sea, a las mamases hay que darles su abrazo todos los días, uno le llama por teléfono y le dice “jefa, todo chido”. No agarrar un pinche día culero de pretexto para acordarte que sigue viva.

Yo por eso, este día salí en mi coche a mentar madres con el claxon indiscriminadamente…. Que qué que qué que qué ¡chingatumadre! Sobre todo a los que venden flores en los semáforos y a los que se atreven a comprárselas. Le aventé el coche a uno de ellos pero el cabrón le brincó chido y libró la lámina.

En serio, para ser una sociedad matriarcal, ignoramos mucho a las jefas… bueno, las ignoran, porque yo a la mía sí la tengo en mis números gratis del celular. A poco creen que si la virgen pudiera hablar no les mentaría su madre a todos los ñeros que le cantan las mañanitas como si de veras sintieran algo ¡pus no!

Al, chile, cuiden a su jefa, que un culero se las puede bajar… ¡aguados!

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