El olor a estrógeno caduco era insoportable, casi tanto como el sonido de miles de gargantas gritando tan agudo como podían, descargando las frustraciones de una vida sin emoción, añorando esos años de juventud que, si lo piensas tantito, ni fueron tan buenos.
Eran miles de señoras las que vibraban por dentro de lascivia, ansiosas de ver a esos que las hacían nadar en sus propios fluidos hace más de dos décadas. Estaba yo a punto de burlarme de lo surreal de la escena, cuando me di cuenta que yo era una de ellas, que a mí también me gustan las rolas de Emmanuel y Mijares, de quienes me encontraba a unos pasos, mordiéndome las uñas porque empezara el toquín.
Conforme pasaban las rolas, de uno y de otro, me di cuenta de que sí estoy muy cabrón, porque me las sé todas, con todo y coreografías, contando el bailecito de Mijares, que más bien parece que le está dando una chiripiorca con epilepsia. Atribuyo ese dominio de la música ochentera a mis noches de karaoke, en las que utilizo esas mismas letras y pasos para ligarme ñeras demasiado borrachas como para poder distinguir entre el original Emmanuel y yo.
Al final, ya con el Auditorio cayéndose a pedazos a causa de los alaridos de una multitud de rucas negándose a la menopausia, me entregué a la música, ofreciendo mi garganta como tributo a esos dioses de la balada y el pop, que son responsables de que yo esté en este mundo, pues podría apostar que sonaba Con olor a hierba cuando fui concebido.
¡Chá!
viernes, 31 de mayo de 2013
Soy una pinchi señora
Posteado por
Mario Manterola
a las
9:10 p.m.
Etiquetas: DiarioBasta, Frente a Frente, L'otrodía, Periodismo, Uts
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