viernes, 3 de mayo de 2013

Amor anarquista

Al verlos salir por su propio pie, ordenaditos en una fila y saltando las barricadas que ellos mismos colocaron en busca de la salida, pensé que aún me encontraba bajo los efectos del thinner que inhalé la noche anterior barnizando la viga de la que próximamente me voy a ahorcar.

Alrededor de las ocho de la mañana de ayer, los encapuchados que mantenían tomada la Torre de Rectoría de Ciudad Universitaria desde hace 13 días se retiraron del lugar, aceptando la propuesta de las autoridades para revisar el plan de estudios del CCH, con el fin de que huevones como ellos no tengan que aprender inglés. Lástima, porque yo quería ver madrazos.

En medio de la decepción, un rayo de esperanza: salió del inmueble con sus cosas dentro de una mochila una chica parista, que bien podría definirse como un astro de sexualidad desbocada debajo de un rebozo cuadriculado amarrado a su cabeza, que sin embargo asomaba el rostro de finas formas, ojos claros y cabello rubio, que remataba su erotismo con un short que dejaba al descubierto un par de largas y lamibles piernas, que el frío matutino obligaba a mantener debajo de unos mallones cafés.

Sólo de pensar que ese animalito de la creación estuvo casi dos semanas encerrada entre una bola de hippies apestosos se me revuelve el estómago, pese a que seguramente ella tiene las mismas estúpidas ideas anarquistas en la cabeza, que la llevaron a mancillar el espíritu universitario que habla por mi raza, como dice el escudo.
¡Uts!


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