viernes, 30 de septiembre de 2011

Incitando a la banda

Atrás quedaron los rumores sobre la venta de droga afuera de las escuelas en presentaciones de chicles con estampita de Pokemón, ya no hay huevitos con moco de King Kong aderezado con heroína que engatusa a nuestros (¿nuestros?) niños, y las halls sabor tacha pasaron ya de moda; ahora la onda para inducir a la juventud por el camino del vicio y la teporochez viene en un vaso de unicel con capacidad de un litro, el cual contiene cerveza con limón, chile, sal, jugo de tomate y gomitas de colores.

¡Se llaman gomichelas y están pocamadre! Para encontrar y degustar una de ellas hay que meterse a uno de esos barrios que raspan, de esos donde al momento de poner un pie en la calle y ver que en una barda se anuncia un concierto de Espinoza Paz uno deduce: “¡no mames, aquí matan!

Generalmente se encuentran cerca de las escuelas secundarias disfrazadas de misceláneas o cremerías, porque usualmente en esos lugares no se instalan Oxxos debido a la delincuencia. Vienen en sabores fabulosos como: chamoy, tamarindo, frambuesa, clamato, rancher, polloloco, ponedebuenas, vuelvealavida y el mejor: ecuerateyá.

Les recomiendo dos: uno está en Santa Cruz Meyehualco, en Iztapalapa, y el otro sobre Refinería, en Azcapo, cerca de la clínica 13 del IMSS, donde ya hasta se hubiera muerto Capulina.

¡Salud!

jueves, 29 de septiembre de 2011

Top Gear México

De fabricación japonesa, el Nissan Leaf es un hatchback eléctrico que fue lanzado apenas el año pasado en Europa, que será producido y distribuido en masa hasta 2012 y que, extrañamente, ya se encuentra en México dando servicio de taxi en el DF, como parte de un programa del Gobierno capitalino para hacer el transporte público más amigable para el ambiente… ¡patrañas!

El problema de este cochecito mamón es el mismo del de los demás de su género: dependen de tener un enchufe dónde conectarlo por ocho horas para que pueda funcionar durante una jornada entera y eso sin exigirlo al máximo, lo cual no es mucho si tomamos en cuenta que su velocidad máxima es de 140 km/h.

Incluso, en un centro de recarga rápida como el que presentó Marcelo Ebrard el día de ayer en el Centro Histórico, el auto tardaría hasta una hora en recargarse, cosa que es improductiva en una ciudad como esta, donde tiene que andar en chinga todo el día. Cabe mencionar que la energía necesaria para hacerlo correr es equivalente a la de cuatro refrigeradores, entonces ¿cuál ahorro? ¿De dónde creen que se obtiene la electricidad en este país si no es de la quema de petróleo? ¿Qué pasaría si se para en Viaducto?

Todo lo anterior indica que este es sólo una campaña publicitaria más para sólo hacer ruido a lo menso.

¡Chá!

domingo, 25 de septiembre de 2011

Más sexo indígena

El país está lleno de amantes de lo prehispánico, de lo antiguo, de lo caduco y de todo aquello que pueda ser vendido en el tianguis de artesanías del Centro Histórico de Coyoacán. Es así hay gente que adorna su casa con vasijas de barro negro oaxaqueño, con réplicas de ídolos aztecas en repisas y hasta cabezas olmecas en el jardín, incluso tienen el mal gusto de poner el cuadro de Iztaccihuatl y Popocatepetl en su sala.

Y no está mal, cada quién es libre de expresar su nacionalismo a su manera, ya sea vistiéndose de manta con cuentas bordadas o teniéndoles lástima a los indígenas, pidiendo que se implementen políticas públicas para mantener a sus comunidades en el atraso en el que están, en lugar de integrarlos a la vida productiva del país.

En fin, para todos aquellos indigenistas, tengo el agrado de comunicarles que la Caravana por la Paz, encabezada por el poeta Javier Sicilia en el sureste mexicano, me inspiró para escribir el guión de la primera película pornográfica protagonizada por representantes de las diferentes etnias existentes a lo largo del país.

Sin dar mayores detalles, sólo diré que habrá mucho humo de copal, música de teponaztli, escenografías monumentales y revolcones sobre pieles de jaguar, lo que me convertirá en el Huey Tlatoani del porno mexicano.

¡Uts!

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Las reliquias del jefe

Hace unas semanas, la gente hizo una fila interminable para ver lo que quedó del Papa Juan Pablo II en una urnita culera en la catedral, y ese mismo ejercicio se repitió este martes en el Centro Histórico, para ser testigos del paso triunfal de Marcelo Ebrard por las calles hacia la Asamblea Legislativa, donde rindió su último informe de gobierno (es el quinto, pero el güey seguro pedirá licencia antes del sexto para hacer su campaña presidencial).

Transitar por esa zona era prácticamente imposible, a menos que fueras vestido de amarillo y con banderas del PRD porque, al parecer, era a los únicos a los que los granaderos no les ponían peros para situarse afuera del recinto de Donceles y Allende a echarle porras y tomarle fotos a los invitados especiales, como si se tratara de la alfombra roja de un evento de farándula.

Hasta yo (¡que soy yo!) tuve pedos para pasar la valla de los tiras, y eso que sólo iba de argüendero para poder ver, una vez más, a Rosalinda Bueso, novia de Ebrard Casubón, con el fin de documentar su presencia en estas páginas, en un ímpetu meramente periodístico, el cual me impide decir que se veía “bien chida”, citando a un morro parado al lado mío.

Por lo demás, el informe estuvo más de hueva que los videos piratas que venden con el título de “Hoteles Tlalpan”.

¡Uts!

martes, 20 de septiembre de 2011

La llegada, día once

Al abrir los ojos y ver un cielo radiante en tonalidades de gris, con sus nubes mutantes ocultando el sol sobre un pavimento con más hoyos que la portería de Armando Navarrete, arquero del América, supe que estaba en casa, con sus policías color chingamelarretina entorpeciendo el de por sí caótico tránsito capitalino y la posibilidad de ser violado a bordo de un taxi en plena luz del día.

Como el Papa Juan Pablo II, besé el piso al bajarme del camión, luego de convivir durante semana y media con aquel sector de la población que acertadamente calificaba el doctor Jorge Lumbreras, politólogo y dios absoluto de la cumbia andina, como “los Chairos”; seres pertenecientes a una época diferente y a un razonamiento alternativo más allá de la comprensión lógica.

La primera y obligatoria parada fue en una farmacia, donde adquirí el antimicótico más potente permitido por la ciencia moderna, con el fin de desprenderme de todo hongo hippie en el cuerpo, producido por el hecho de compartir hasta la regadera con las violentas huestes del pacifista Javier Sicilia, en su Caravana por el sur del país.

Luego de un baño y una rasurada para quitarme una barba de gato montés con sarna, entendí que lo que no te mata es currículum y que puedo presumir de ser “corresponsal de paz”.

¡Hasta aquí el reporte!

Marabunta, día diez

Si en lo que me resta vida no vuelvo a ver un campesino, un indígena o un obrero resentido con la vida que le tocó, será poco tiempo. A 10 días de convivir con ellos y sus olores en un viaje a través del sur de la República Mexicana, siento que cada vez son menos las diferencias entre su inseguro servidor y los hippietecas que se escudan en el movimiento encabezado por Javier Sicilia; además de los hongos en las patas, ya también acostumbro llegar a todas partes a agandallar.

Se abren las puertas de los autobuses y 600 cabrones se dejan ir a reventar los baños de una gasolinera perdida en la sierra chiapaneca, cuya cafetería colapsa por una horda que está deseosa de un frapé sabor galleta a la orden de ya, porque la Caravana por la Paz tiene que partir a su siguiente función (como circo) y no hay cámara de seguridad que vigile los pasillos de la pequeña tienda de autoservicio de al lado, a la que no le quedó ni un cacahuatito para vender.

Sin embargo, cuando se trata de vandalizar plazas públicas en nombre de “la paz”, como ocurrió en Villahermosa, donde dejaron grafiteados los arcos del palacio de gobierno con monos propios de un niño de kínder o alguien que acaba de sufrir una lobotomía, yo me deslindo de ellos y hasta prefiero irme a escuchar el discurso oficial.

¡Seguimos reportando!

lunes, 19 de septiembre de 2011

Asepsia, día ocho

Nuevamente desde el piso de un centro comunitario perdido en la frontera entre México y Guatemala, una multitud de hippies instala su campamento para pasar la noche y recuperar energías para continuar idolatrando a Javier Sicilia en su Caravana por la Paz hacia la luna… o algo así.

Uno pensaría que, siguiendo las tradiciones ancestrales, se acosarían en un tapetito y ya se dormirían, pero no; los güeyes sacan unas laptops de pocamadre para descargar y editar sus videos grabados en alta definición, meter sus fotografías tomadas por unos camarones más chidos que los de los mismos fotógrafos de los medios encargados de la cobertura del evento.

Y ahí están todos, haciendo activismo político con tecnología de punta y condenando las políticas gubernamentales en materia migratoria, ofendiéndose porque los pobrecitos hondureños mueren en las vías del tren o se vuelven maras asesinos, indignándose hasta los huesos porque los tratan como a ciudadanos de segunda. ¡Pues que se los lleven a su casa! ¡Que los tengan ahí en Coyoacán, pidiendo limosna afuera de sus casas! ¡A ver si sísierto!

Yo, por lo pronto, opté por irme a un hotel a bañarme después de cuatro días de no hacerlo, quemar mi ropa y hervirme las patas, que ya les están creciendo unas ramas con todo y pajaritos.

¡Seguimos reportando!

domingo, 18 de septiembre de 2011

Bienvenida, día siete

Caminando en procesión, como refugiados bajo la lluvia, llegamos a un paraje solitario perdido cerca de la costa oaxaqueña, a juzgar por el olor a sal en el ambiente y el piquete de un mosco-vampiro que me dejó una roncha en la espalda del tamaño de una manzana.

Al final de una vereda enlodada, la música de una guitarra se oye a lo lejos en la única casa iluminada en kilómetros a la redonda. Al entrar, decenas de miradas me examinan con un gesto amable en el rostro y es el padre Alejandro Solalinde, defensor de los migrantes en nuestro país, el que me saluda de mano y me da la bienvenida.

Un tamal oaxaqueño con pollo y dos vasos de arroz con leche después, ya siento que quiero a todos los hondureños y salvadoreños del refugio, incluso más que a mis propios paisanos, a quienes veo desde hace seis días de caravana pacifista siguiendo a Javier Sicilia, con un rencor porque ellos sí se la están pasando pocamadre… ¡malditos hippies!

Pasaré la noche en el piso de un gimnasio abandonado y al ver a un pinche gordo en calzones roncando a tres metros de mí, me arrepiento de no haberme quedado en el albergue para migrantes, durmiendo en un catre con una mancha de sangre dejada por algún guatemalteco cercenado por el tren que los transporta hasta la frontera con Estados Unidos.

¡Seguimos reportando!

El paraíso, día seis

Traer a un hippie, como los que acompañan a Javier Sicilia en su Caravana al Sur, a un viaje por los estados de Oaxaca y Chiapas, es como llevar a Marcial Maciel a Disneylandia, a un marihuano a Ámsterdam o a Charlie Sheen a La Merced; son como musulmanes yendo a la Meca, fascinados todo el tiempo, viviendo en el orgasmo mental e inmersos en un ambiente de fantasía.

Mugrosos como los ves, renovaron su guardarropa en la capital oaxaqueña, cambiando sus trapos con estampado del Ché Guevara por camisas de manta bordados con cuentas de colores y faldas largas como de festival del día de las madres, adornados con collares de piedras y conchitas, sin saber que muchas de esas cosas ya son hechas en China e importadas para engañar tarugos.

Con tres días sin bañarme, yo siento que voy por el mundo dejando pedazos de mí como leproso y sintiendo envidia porque ellos, pese a tener el mismo tiempo sudando como marranos bajo el sol del sureste, andan tan frescos y campantes como si los ojetes durmieran en el Sheraton de Tapachula, si es que eso existe.

Por lo pronto, en lo que mi piel es devorada por los mosquitos mutantes del Itsmo, sigo intentando no asesinarlos por poner reggae a las dos de la madrugada y despertarme a las siete con el sonido de un caracol y el olor a copal.

¡Seguimos reportando!

jueves, 15 de septiembre de 2011

Arbolito: Día Cinco

Imagínense a un güey de cuarentaytantos años, barbón, flaco, greñudo, con cinco días sin bañarse y además vestido de arbolito. No es choro, no es porque ande en Oaxaca comiéndome unos hongos bien ponedores, pero en la mentada Caravana por la Paz, que encabeza Javier Sicilia, anda un ruco vistiendo un pants café y una sudadera verde con hojitas de plástico pegadas, unos guantes de algodón del mismo color, la cara pintada y además una corona de enredadera en la cabeza, cuya función en la vida es sostener una pancarta con la foto de un familiar desaparecido… ¡Canal cinco al servicio de la comunidad!

Hicimos una escala técnica en una gasolinera en medio de la nada, en cuyas paredes el bato este aprovechó para pintar la palabra “Paz”, con el simple pretexto de esparcir el mensaje en contra de la violencia en México entre los cuatro traileros que han de pasar regularmente por ese lugar, como si el bandalismo, bajo las causas que fueren, no fuera también una forma de agresión.

Lo peor de todo es que hoy, para mi suerte, el culero ese amanecerá acostado junto a mí, ya que esta noche dormiremos todos en el piso de un auditorio del magisterio de Oaxaca tomado por la APPO, cuyo ambiente estará musicalizado por ronquidos campesinos y aromatizado por los pies de 347 hippies.

¡Seguimos reportando!

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El Batman: Día cuatro

Luego de compartir la regadera inundada de una universidad en el estado de Guerrero con 367 hipitecas amantes de los árboles y las causas perdidas, puedo afirmar que de la Caravana por la Paz hacia el Sur, que encabeza Javier Sicilia, voy a sacar dos cosas: la primera sería la experiencia de recorrer la república visitando comunidades olvidadas y afectadas por el crimen organizado; y la segunda es el obtener una larga colección de hongos en los pies que, a juzgar por el tipo de cultivos que deben guardar los activistas entre sus dedos, yo diría que lo que a mí me saldrán serán unas trufas negras, como las que usan los pitufos para hacer sus casas.

Al anochecer, se escuchan chillidos entre los árboles y uno no puede identificar si se trata de grillos, aves silvestres, insectos rastreros o larvas comiéndose lentamente el cuerpo de algún narco-ejecutado tirado a las orillas de la carretera. Sin embargo, si uno voltea a la cabeza hacia arriba, descubre que el origen de ese sonido proviene de los miles de murciélagos que sobrevuelan los cielos de la costa del pacífico mexicano.

Por lo pronto, ya traigo dos ronchas de gran tamaño en la muñeca y en una pierna. No sé cómo me las hice pero no me las puedo dejar de rascar o si de ahí me vaya a salir un arácnido por la piel.

¡Seguiremos reportando!

lunes, 12 de septiembre de 2011

Infierno: día tres

La próxima vez que un pinche hippie asqueroso me vuelva a decir “compañero”, juro que le voy a romper su madre, aunque me corran a patadas de la mentada Caravana por la Paz, que encabeza el poeta Javier Sicilia por varios estados del sur del país en contra de la violencia en México.

Alguna vez me pregunté a dónde se habían ido todos los mugrosos simpatizantes del comunismo que supuestamente “estudiaban” conmigo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM: todos se volvieron activistas, siguen sin bañarse y viven de caridad y las limosnas en vez de sacarle dinero a sus papás para financiarse sus payasadas y además, les huelen las patas y roncan en las noches.

Anoche (no es por dárselas a desear), tuve que dormir en el piso de un auditorio mugroso del sindicato de maestros en el estado de Guerrero junto a varios de ellos, quienes se la pasaron presumiendo las veces que han viajado de gorra, visitando comunidades indígenas haciendo trabajo comunitario, como si eso sirviera de algo.

Al despertar, un pinche barbón-greñudo-pandrosoojete nos levantó tocando un caracol de mar y esparciendo copal por todo el lugar, supuestamente para… para… para… ¡no sé por qué lo hizo el güey!, pero a mí me daban ganas como de mearlo por payaso y ridículo.

Seguiremos reportando.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Pinche gallo huevón

En una de las esquinas del Zócalo, del lado del Templo Mayor, media docena de autobuses esperan el arribo de un centenar de activistas, miembros de la sociedad civil, periodistas y aquellos que tienen una razón para recorrer el país en búsqueda de justicia, se reúnan y acompañen al poeta Javier Sicilia en su enésima Caravana por la Paz, que en esta ocasión trascenderá las fronteras mexicanas.

En tanto, un hilo de baba cuelga de la comisura derecha de mis labios hacia una mancha de humedad en el forro de tela de mi almohada. Oigo sonar el teléfono y las palabras “¿quién está chingando a esta hora?” se formulan dentro de mi atrofiada y adormilada cabeza. “¿Dónde estás güey?”, pregunta una voz masculina en la bocina, recordándome que debería estar en otro lugar vestido y alistado, en vez de encuerado y jetón sobre el colchón sin funda de mi cama.

“¡Ay cabrón!”, digo mientras me incorporo de un solo movimiento al caer en cuenta que me había quedado dormido; que el despertador no sonó o yo le quise hacer caso y se cansó de chillar en el buró. Por lo tanto, me veo obligado a salir sin bañarme y con el equipaje a medias para intentar alcanzarlos en su primera parada: Cuernavaca. Menos mal que van a los estados del sureste y no a Libia, si no estas líneas tendrían una carga extra de estupidez.

¡Chá!

(Por cierto: ¡Está de la chingada! Estoy escribiendo desde un auditorio del SNTE donde estoy en el piso tratando de dormir, mientras un güey del SME grita "apaguen esa luz"... ¿no adoran?

martes, 6 de septiembre de 2011

Donde se dan los hombres

Según la Ley Agraria de la delegación Milpa Alta, todo aquel que llegue a una reunión donde los asistentes ya estén bien pedos, tiene por obligación apurarse a beber para alcanzarlos y estar al parejo, con el fin de evitar desacuerdos y posibles discusiones que puedan derivar en enfrentamientos violentos, ya que en esa zona rural del Distrito Federal aún se acostumbra echar bala por mera recreación.

Lo anterior explicaría por qué, de acuerdo al INEGI, esa demarcación es la que tiene el índice más alto de escuadrones de la muerte de todo el país, incluso por encima de históricos productores de bebidas embriagantes como Oaxaca, ya que en ella hay por lo menos dos grupos de borrachines callejeros con presencia las 24 horas en cada manzana.

De acuerdo con un estudio de la Universidad de Cambridge, realizado en conjunto con la Sorbona de París y el campus Huipulco del Instituto Cultural Icel (donde no te la crees), el volumen normal de alcohol en la sangre de un milpanense es de 0.8 grados en estado sobrio, aún cuando el máximo permitido por las autoridades capitalinas es de sólo 0.4 por ciento.

Esta situación se agudiza entre los pobladores de Santa Ana Tlacotenco, en donde por costumbre un niño es destetado a las dos semanas de nacido para que comience a tomar pulque en vez de leche.

¡Órales!

viernes, 2 de septiembre de 2011

El Naranjito

Ustedes los rucos tal vez lo recuerdan como la mascota del mundial de España 1982, pero las nuevas generaciones relacionan el nombre de Naranjito con una taquería por los rumbos de Cuitláhuac, en la delegación Azcaptzalco, allá donde la vida (como otras tantas cosas) no vale nada.

Enclavada en la calle de Plan de San Luis y casi el Eje 3 Norte, este lugar es famoso por su alto contenido proteínico y el bajo conteo de clembuterol encontrado en sus productos, según lo refieren sus clientes asiduos, que en su mayoría son los borachines de Legaria o una bola de post-adolescentes acabados de salir de alguno de los tantos tugurios clandestinos del norte de la ciudad.

Según las malas lenguas, esos tacos deben su riqueza nutricional a la gran cantidad de ingredientes alternativos con los que se cocina la carne, entre los que podría contar una gama bastante amplia de especies artrópodas, hexápodos y hasta crustáceos, (favor de consultar su libro de biología de segundo de secundaria).

Si son las tres de la mañana, anda usted desorientado, roto, bien pedo o crudo, en su defecto, y busca algún alimento sólido, grasiento y picoso para engañar al alcoholímetro, El Naranjito puede ser una buena opción, con la advertencia de no ir más allá en las calles Clavería, porque allá está bien culero y roban.

¡Provecho!