sábado, 10 de septiembre de 2011

Pinche gallo huevón

En una de las esquinas del Zócalo, del lado del Templo Mayor, media docena de autobuses esperan el arribo de un centenar de activistas, miembros de la sociedad civil, periodistas y aquellos que tienen una razón para recorrer el país en búsqueda de justicia, se reúnan y acompañen al poeta Javier Sicilia en su enésima Caravana por la Paz, que en esta ocasión trascenderá las fronteras mexicanas.

En tanto, un hilo de baba cuelga de la comisura derecha de mis labios hacia una mancha de humedad en el forro de tela de mi almohada. Oigo sonar el teléfono y las palabras “¿quién está chingando a esta hora?” se formulan dentro de mi atrofiada y adormilada cabeza. “¿Dónde estás güey?”, pregunta una voz masculina en la bocina, recordándome que debería estar en otro lugar vestido y alistado, en vez de encuerado y jetón sobre el colchón sin funda de mi cama.

“¡Ay cabrón!”, digo mientras me incorporo de un solo movimiento al caer en cuenta que me había quedado dormido; que el despertador no sonó o yo le quise hacer caso y se cansó de chillar en el buró. Por lo tanto, me veo obligado a salir sin bañarme y con el equipaje a medias para intentar alcanzarlos en su primera parada: Cuernavaca. Menos mal que van a los estados del sureste y no a Libia, si no estas líneas tendrían una carga extra de estupidez.

¡Chá!

(Por cierto: ¡Está de la chingada! Estoy escribiendo desde un auditorio del SNTE donde estoy en el piso tratando de dormir, mientras un güey del SME grita "apaguen esa luz"... ¿no adoran?

No hay comentarios.: