lunes, 12 de septiembre de 2011

Infierno: día tres

La próxima vez que un pinche hippie asqueroso me vuelva a decir “compañero”, juro que le voy a romper su madre, aunque me corran a patadas de la mentada Caravana por la Paz, que encabeza el poeta Javier Sicilia por varios estados del sur del país en contra de la violencia en México.

Alguna vez me pregunté a dónde se habían ido todos los mugrosos simpatizantes del comunismo que supuestamente “estudiaban” conmigo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM: todos se volvieron activistas, siguen sin bañarse y viven de caridad y las limosnas en vez de sacarle dinero a sus papás para financiarse sus payasadas y además, les huelen las patas y roncan en las noches.

Anoche (no es por dárselas a desear), tuve que dormir en el piso de un auditorio mugroso del sindicato de maestros en el estado de Guerrero junto a varios de ellos, quienes se la pasaron presumiendo las veces que han viajado de gorra, visitando comunidades indígenas haciendo trabajo comunitario, como si eso sirviera de algo.

Al despertar, un pinche barbón-greñudo-pandrosoojete nos levantó tocando un caracol de mar y esparciendo copal por todo el lugar, supuestamente para… para… para… ¡no sé por qué lo hizo el güey!, pero a mí me daban ganas como de mearlo por payaso y ridículo.

Seguiremos reportando.

1 comentario:

Arevalo dijo...

Suerte. (A mí me tocó ir de vacaciones con unos compañeros de no sé qué pero... caray, cómo les gustaba fumar la pipa de la paz, esos indigenistas toman muy en serio las costumbres nativas.)