domingo, 18 de septiembre de 2011

El paraíso, día seis

Traer a un hippie, como los que acompañan a Javier Sicilia en su Caravana al Sur, a un viaje por los estados de Oaxaca y Chiapas, es como llevar a Marcial Maciel a Disneylandia, a un marihuano a Ámsterdam o a Charlie Sheen a La Merced; son como musulmanes yendo a la Meca, fascinados todo el tiempo, viviendo en el orgasmo mental e inmersos en un ambiente de fantasía.

Mugrosos como los ves, renovaron su guardarropa en la capital oaxaqueña, cambiando sus trapos con estampado del Ché Guevara por camisas de manta bordados con cuentas de colores y faldas largas como de festival del día de las madres, adornados con collares de piedras y conchitas, sin saber que muchas de esas cosas ya son hechas en China e importadas para engañar tarugos.

Con tres días sin bañarme, yo siento que voy por el mundo dejando pedazos de mí como leproso y sintiendo envidia porque ellos, pese a tener el mismo tiempo sudando como marranos bajo el sol del sureste, andan tan frescos y campantes como si los ojetes durmieran en el Sheraton de Tapachula, si es que eso existe.

Por lo pronto, en lo que mi piel es devorada por los mosquitos mutantes del Itsmo, sigo intentando no asesinarlos por poner reggae a las dos de la madrugada y despertarme a las siete con el sonido de un caracol y el olor a copal.

¡Seguimos reportando!

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