viernes, 28 de octubre de 2011

El Obelisco



En la penumbra, los cuerpos aguardan ansiosos por el sonido de la música para desencadenar toda su sensualidad con movimientos eróticos al frotarse unos contra otros. De pronto, un tornado de neón se enciende en el techo con el primer beat de las tornamesas y se abre una nueva sucursal del manicomio en esa pista iluminada con el ritmo… ¡Ay güey!

Se llama el Obelisco, en referencia al monolito fálico que se encuentra a unos pasos, en el cruce de Reforma y Campos Elíseos, justo al lado del Hard Rock Café, y no cualquier pinchi pelagatos entra ahí. Yo pasé al güey de la entrada porque iba junto al Potrillo Alejandro Fernández, a quien me encontré en el Oxxo comprando una bolsa de dos kilos de jabón en polvo Foca y le pedí que me invitara de su caguama.

Ya adentro, los dos litros de Bacardí continuos que me bebí de un florero hicieron que a Amy Winehouse y Charlie Sheen les faltaran manos para pellizcármela en materia de chupe. Al final, ya cuando tocaban La chica de humo de Emmanuel para correr a la banda, sólo José José y yo seguíamos de pie en la barra hablando con nuestros respectivos tragos.

Es una lástima que quizás hoy no abra porque a un menso en un Lamborghini naranja se le ocurrió balear la fachada ayer, pero qué culpa tengo yo de haberle bajado a su vieja la otra noche.

¡Salud!


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