miércoles, 12 de octubre de 2011

En chinga y Ardido

De la nada, un camión de volteo cargado con tres toneladas de mierda y lodo embistió el costado izquierdo de mi cochecito, haciendo que éste se deslizara a lo ancho gracias a que el güey ni siquiera se percató que me traía de corbata. Afortunadamente, venía circulando quedito en una intersección; de haber venido rápido ¡me saca los pedos!

Tal como lo dicta la tradición mexicana, me bajé en medio del tráfico a hacérsela de emoción al chofer, pero éste ni se dignó a mirarme o a detener el motor, por más que le decía “bájate cabrón”. Contrario a eso, siguió rodando con el pretexto de quererse orillar, para en realidad darse a la fuga. 10 segundos después, inició una persecución a alta velocidad sobre la Avenida Central, por los rumbos de Ecatepec, Estado de México, en la que para evadirme, el pesado vehículo tuvo que meterse al carril confinado del Mexibús, con el riesgo de que éste viniera enfrente y se hicieran ambos pomada.

Para su mala fortuna, he visto todas las de Rápido y Furioso y eso me permitió darle alcance, sorteando además a un tráiler amigo suyo que trató de obstruirme el paso a base de cerrones de microbusero en drogas.

A lo lejos lo vi hablar por el radio y momentos después un ñero reggaetonero de ceja depilada con la secundaria inconclusa se me dejó venir con todo y su Kenworth blanco de seis ejes, a lo que sólo pude reaccionar con una enfrenón que hizo sacar humo de mis llantas… bueno, las del carro, que gruñó como marrana pariendo cuando le pisé a fondo para aplicar “la resortera” (ver La Balada de Ricky Bobby para entender el movimiento de NASCAR). Sólo así logré dejar atrás al compinche, para enfilarme nuevamente hacia mi agresor, que me sacaba medio kilómetro de distancia entre las combis.

Sólo exprimiendo ese motor de 1.6 litros pude rebasarlo para volvérmele a poner enfrente e impedir el paso, con la posibilidad implícita de que le valiera madres darme un llegue directo. Al final, la intervención de una patrulla de la Agencia de Seguridad Estatal que andaba tragando camote por ahí me permitió bajarle una lana a la empresa responsable de los camiones para reemplazar mi calavera rota.

¡Uts!

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