lunes, 23 de mayo de 2011

Regrésenme mi Facebook

Yo no puedo concebir cómo era la vida hace ocho años, cuando no existía el Facebook: ¿Cómo se comunicaba la gente? ¿Qué hacía en su tiempo libre? ¿Cómo expresaba sus sentimientos hacia el mundo? ¿Cómo conseguía sexo? ¿¡Cómo vivía!?

O sea, 2003, antes de que el joven Mark Zuckerberg creara la red social Facebook, debió ser una época muy oscura, en la que para saber qué pensaba un amigo tenías que ir hasta donde estaba el otro a preguntarle directamente, o llamarle por teléfono a su casa o escribirle una carta o un correo electrónico… ¡como los animales!

Hace unos días, a alguien se le ocurrió la “brillante” idea de restringir el acceso a Facebook desde las computadoras de esta honorable redacción de noticias, quesque para evitar la saturación del ancho de banda de la red del periódico y para incrementar la productividad del personal, evitando que se distrajera con algo que no fueran asuntos estrictamente laborales. Decisión muy respetable.

Pero cuando intenté inconformarme, sólo se me ocurrió publicar en el muro de mi perfil de Facebook que el ingeniero en sistemas era un baboso… ¿pero cómo?, si ya no tenía acceso a la red como para hacerlo, ni para picarle en “me gusta” en algún otro insulto hacia esa persona publicado en alguno de los de mis compañeros de trabajo.

¡Chá!

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