domingo, 15 de mayo de 2011

Güiro güirauyú

El reloj en la pantalla del Estadio Azteca, ese que usualmente da cuenta del marcador en contra de las Águilas del América, se apagó en punto de las 21:34 horas. A partir de ese momento, se iluminó el enorme círculo situado en el centro de la cancha donde generalmente son humillados 11 babosos vestidos de amarillo y azul, sitio en el que un gordo de lentes oscuros y sombrero tejano levantó las manos con su celular en lo alto, de donde no se bajó durante las siguientes dos horas con la cámara encendida y grabando todo el concierto de U2.

Junto a él, 100 mil personas hicieron exactamente lo mismo durante cerca de dos horas, en las que no pararon de corear las canciones de la banda irlandesa con un inglés que envidiaría al "Juay de Rito" de Joaquín López Dóriga, además de aplaudir todos y cada uno de los detalles que tuvieron sus integrantes sobre el escenario, incluido el momento en el que se subió una hippie de Coyoacán a declamar un poema de Nezahualcóyotl, que hasta en un festival de día de la primavera desentonaría.

El único momento en el que se dieron un descanso todos aquellos que fueron a tomarse fotos a sí mismos, fue cuando el grupo interpretó Zooropa, canción que la mayoría no conoce por no salir en los discos de éxitos que venden en Pericoapa.

¡Chá!

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