Ya por favor

Como ya se atoraron a México en Sudáfrica, ahora puedo retomar el ritmo normal de mi vida. Desmarcándome de toda esa pinche bola de nacos que le dieron la espalda a la selección después de su derrota contra Argentina, cuando unos días antes idolatraban a los jugadores.

Como diría el maestro Zurita, los mexicanos hubiésemos crucificado a Cristo también; un día lo reciben con honores y lo trepan a una mulita a su llegada a la ciudad, y una semana después le mientan su madre, lo escupen y le pegan al pobre cuando va cargando su crucezota.

Yo por eso ya hasta perdoné al Guille Franco cuando lo vi chillar por todo lo que le dijeron; esas lágrimas eran mexicanas porque él así lo decidió. Que chinguen a sus mamases los gatos que fueron a echar bronca en el estadio Soccer City ¿pa’ qué van si nomás se van a ir a emputar?

En fin, el chiste es que por fin me levanté del sillón, quedándome el culo con textura como de velcro, por todo el tiempo que me la pasé arranado viendo los partidos. Como no hubo juegos en los últimos dos días, pues me fui al cine a ver Toy Story 3.

Tengo el gusto de informar que Toy Story 3 está bien padriuris; sale el Woody y el Buzz y el Dinosaurio y el Cara de Papa y la Jessy y la Barbie y el Ken y todo bien chikles. Se trata de que Andy, el dueño de los juguetes, ya creció y se va a ir a la universidad, por lo que los monitos van a ser donados a una guardería.

Entonces llegan y se topan con un oso de peluche que es ojaldra, monopoliza a los niños, además de que odia a todo el mundo porque a él también lo abandonaron. Es así que los juguetes de Andy tendrán que hacerlo agarrar la onda de que el mundo es chido.

Está tan padre, que yo llegué a mi casa a jugar con mi He-Man, con mi Óptimus Prime de los viejos, de esos de fierro, y con mis Tortugas Ninja que ya ni tienen sus armas porque me las comí.

Así para qué quiero futbol… bueno, mañana empiezan los cuartos de final, pero de esos sólo estaré pendiente.