lunes, 21 de junio de 2010

Monchifláis

Carlos Monsiváis era un personaje público, una estrella más del canal de las estrellas, un rockstar, alguien que la gente reconocía en las calles, a quien Miguel Galván imitaba, era el viejito de los gatos, el que salía opinando de cualquier cosa en la tele, era identificado por todo el mundo por sus lentes de fondo de botella y sus greñas blancas despeinadas, pero jamás por sus letras.

El sábado murió y México le rindió tributo a un autor que jamás leyó. Etiquetas tuvo muchas; escritor, periodista, cronista, historiador, poeta, político, pero sólo en el mero concepto su nombre quedó (¡ah chingá! ¿otra vez hablando como yoda?).

Leyendo muchos de los perfiles póstumos de Monsiváis, me topé con la dificultad común para nombrar obras de su autoría que hayan trascendido, o que sean identificables por encima del nombre mismo, esto se debe, según yo, a que como escritor francamente apestaba, fue un hombre muy culto, pero su prosa no valía la pena.

Hace muchos años intenté descubrir en dónde radicaba su fama como una de las voces más autorizadas del país para tener opinión sobre cualquier tema. Frustración fue la que obtuve al no entender una sola palabra de lo que en sus libros decía, al regresarme una y otra vez en el mismo párrafo, al perderme en una verborrea que me saturaba de conceptos domingueros sin ningún hilo.

Muchas personas creen que escribir cosas ininteligibles para el lector común es sinónimo de intelectualidad, sin saber que un verdadero intelectual es aquel que trasforma y digiere las ideas enredadas o abstractas para simplificárselas al mundo, lo que Monsiváis hacía al revés. Era, en muchos aspectos, el Arjona de la literatura.

de tan extremo y de tan recordado, deja de proyectarse ante nuestros ojos como película o como desvarío y abdica de su calidad episódica para mostrarse como nuestra carne y nuestra sustancia, inflexión de la voz y titubeo en el andar”… ¡ah chingá! ¿calidad epsiódica? Se supone que está hablando de una marcha en 1968, referencia que me encontré hace mucho tiempo en un número de Letras Libres, pero sirve para ejemplificar el párrafo anterior.

Desde hace mucho tiempo que por eso dejé de tratar de leer a Monsiváis. Si me califican como uno de aquellos que lo critican sin haberlo leído, tienen razón, porque él y sus formas nunca me lo permitieron.

Carlos Monsiváis fue un viejito sabelotodo. Cuando corrieron a Hugo Sánchez de la Selección Nacional salió en la tele opinando junto a José Ramón Fernández y Javier Alarcón. En un aniversario luctuoso del Santo fueron y le preguntaban y él respondía. Lo mismo de finanzas, que de política o un capítulo de Los Simpson. Hizo campaña con López Obrador, simpatizaba con el EZLN. Ni Carmen Salinas era tan molesta como él.

Murió y ojalá que descanse en paz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No mames cabron de suro tu escribes mejor que monsibais


eres la epitome de la barbarisacion cultural contemporanea