lunes, 18 de enero de 2010

Besito en el metro

Es bien sabido que en las noches, los vagones de hasta atrás del metro son tomados por los homosexuales para fajar, tanto así que la publicidad de esa parte de los andenes tiene un contenido digamos “de género”, sobre sitios de encuentro gays en internet, antros, tiendas y esas cosas que les gustan a los puñeñes.

No tengo nada en contra de eso, al contrario, toda la campaña emprendida por el PAN contra los matrimonios entre personas del mismo sexo me parece detestable (eso no quita que según las leyes de Dios todos los homosexuales arderán en el caldero más grande del infierno), pero el hecho de que se bocinéen en el metro no tiene pedos.

Luegoentonces, en la estación Hidalgo, con rumbo a Universidad, venía un cabrón recargado en la puerta, pegado a la cabina del conductor en el último vagón. Vestido como cualquier bato común y corriente; jeans, tenis, sudadera y hasta barba traía el maldito. Jamás pasaría por choto.

En eso, que se trepa un güey en Juárez y lo saluda de palmada con las manos y puñetazo (típico saludo de secundaria entre “niños muy malotes”). Los dos se hablan a señas porque resultan ser sordomudos. Pero así como empezaron a platicar, el que se subió después le comenzó a agarrar una nalga al otro y éste como que decía que nel, pero con señas.

Ahí fue que comprendí que la señal de “póngase la del puebla” significa lo mismo para los sordomudos, así como diciendo “afloja”, “presta”, “nalguita”, etc. Pero el de barba nomás no se daba a querer y le esquivaba chicos besotes que le intentaba dar el otro, quitándose de la puerta, zafándose de entre sus brazos, haciendo señas como de córtalas con los dedos para negarse porque todo el mundo los estaba viendo.

Yo, como venía sentado a escasos dos metros, pus me empecé a reír por el acoso homoerótico que estaba viendo. Al voltearme para disimular mi carcajada, crucé la vista con otro menso que se estaba conteniendo la risotada. Pero pos’ como ya éramos varios, que nos cagamos de la risa y los pobres jotitos se tuvieron que bajar en Eugenia.

Minutos antes, andaba yo en el Salón Corona echándome unas chelas y una torta al pastor, mientras en la mesa de atrás dos batos se metían un faje vengador malpedo. Se tomaban fotos pa’l recuerdo, se hacían cariñitos, se decían cosas al oído, como si nada. Pero eso sí, los culeros de los meseros se burlaban a lo lejos y les tomaban video con sus celulares.

El punto es que los gays ya andan muy desatados en la Ciudad de México, ya les vale madres y se dan cariño donde sea, a pesar de vivir en una sociedad ojeta que los malmira nomás por comérsela doblada… Bien por ellos, los del pedo son los otros que no se acostumbran a eso y uno también que se burla, pero es inevitable.

No hay comentarios.: