miércoles, 9 de abril de 2008

Miedo y asco en el mismo taxi

Para continuar con las aventuras de este hijodesupinchemadre que responde al nombre de "el conejo", ayer el muy cabrón iba como siempre contestando mensajes en su celular (¿quién le habla a esa hora? que no mame) y a mil por hora, porque hasta eso ya le funciona la quinta, entonces pasó un bache por no fijarse en el camino, provocando que lo que quedaba de su taxímetro se desprendiera del parabrisas (ahí lo llevaba pegado el güey éste ¡yo qué!) y colgara frente a mi rostro.

En aquel bamboleo yo tuve que hacerme para atrás para evitar que me golpeara, entonces esta bestia que inocentemente se hace llamar a sí mismo ser humano, sin soltar el celular maniobró para reacomodar su madre esa dejando el volante suelto en pleno periférico y a 100 por hora, este temerario movimiento duró como medio minuto.

Para acabrala de amolar, le encontré un defecto más a su móndrigo taxi; los asientos no tienen cabecera, entonces es imposible echarte una jeta obvia a la una de la madrugada en el asiento, además con los jaloneos propios de su falta de pericia tras el volante, el riesgo de desnucarse está siempre presente.

Ya de plano que agarro y le digo "oye caun' por qué chingá siempre estás contestando tu celular", y el menso este se voltea (¡se voltea! ¡mira el camino puto! ¡míralo!... nos vamos a matar hijo de tu chingada madre) y nomás balbucea "pus mi vieja güey, mi vieja". No le metí un putazo porque después quién me lleva a mi casa, pero juro, juro que en cuanto mi coche pase la verificación se la voy a rayar.

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