viernes, 9 de marzo de 2007

Bitácora de un naco en Madrid IV


Robinho es pura inspiración

Hay lugares que son mágicos, no por lo que contienen, no por su historia pasada, presente o futura, tampoco por lo que representan, sino simplemente porque lo son.

El estadio Santiago Bernabeu abre sus puertas a las cinco. Un ejército verde peina cada una de sus filas con trapo y cubeta en mano. Entran los comensales, uno a uno ocupan sus miles de asientos numerados, 25€ el más barato y 95€ para el más pudiente, contrario a lo que pasa en otras partes del mundo, los más caros son los de arriba, de donde se ve mejor. Hay quejas por el trabajo de limpieza, muchos cubren los lugares con periódico para no ensusiarse, otros más llevan almohadillas como en la plaza de toros.

A las seis de la tarde la voz de la conciencia dice que no se va a llenar, 30 minutos después no cabe un alma en el coloso del paseo de la castellana, suenan trompetas al tiempo que se apesta el ambiente con olor a puro. Sale el equipo merengue y la afición los recibe con aplausos y todavía más escándalo. Las pantorrillas de Roberto Carlos son algo impresionante, puede apreciarse la definición de esos músculos a decenas de metros de distancia al tiempo que calienta golpeando el balón de lado a lado con David Beckham con una precisión pasmosa.

Al equipo visitante nadie lo pela, ya están del otro lado del campo y ni sus propios hinchas se dan por enterados, así como entraron a calentar, así se marcharon, a los otros, los de blanco, no les cabe un solo aplaudo más en el orgullo.

Es la hora pactada, desde Casillas hasta Capello todos los nombres y fotos en la alineación son anunciados en la pantalla gigante con el respectivo aplauso del respetable público. Desde que se toca por primera vez el estadio se hace sentir, aunque no mientan madres, aunque no avientan botellas, meados, monedas, corcholatas u otras finísimas cosas, se siente la presión porque las 80 mil personas ahí presentes están atentas a lo que esos 11 blancos hacen, sus miradas se sienten, pesan, pareciera que todos ellos se convierten en una sola voz.

Reyes es quizás el jugador que más bajo rendimiento tiene, sin embargo no es reprochado porque saben que no es su culpa, que quien tiene la responsabilidad es el güey de traje parado a las orillas del área técnica, de alguna manera eso casi se huele.

Hay un centro al área, una serie de rebotes desembocan en un remate descompuesto del argentino Higuaín a manera de tijera, el balón se va por un lado lastimosamente. Esa era para Hugo se oye filas atrás de la portería sur, todos los que la alcansan a oir están deacuerdo y comentan lo grande que era el pentapichichi. Viva México Cabrones

La primera jugada productiva de Reyes le cuesta salir en camilla. Una especie de marejada baja desde las lámparas, allá en lo más alto de la grada hasta el cesped, una casi tanjible voz que al unísono pide penal le cae con toda violencia al árbitro pero este ni se inmuta, esos son cojones. Minutos después cae el gol contraio, el Getafe abre el Marcador.

Robinho, jugador también criticado por su pobre desempeña y su elegancia innecesaria hoy está en su día. Los defensas contrarios no le ven ni la sombra, entra, corre, toca, taco, pasa, finta, bicicleta y nada, todos los esfuerzos son inútiles porque Abondanzieri rechaza todo. Qué lástima dicen las voces, qué tristeza se dejan oir otras, pero ninguna reclama lo imposible. Esta gente sabe cuando fue falta, cuando se ha dejado caer, cuando el error es culpa del jugador que la tocó o el que la recibió, o si el áribtro está bien o mal, para esta gente no hay visceras, sólo hechos.

Al final del primer tiempo llega el penal y el gol de Van Nistelrooy, la tribuna estalla pero con reservas porque saben que no han ganado nada, que están empatando en casa con un equipo menor. En este estadio hay una afición con orgullo.

Beckham está jugando un partidazo y así se le reconoce al salir entre ovaciones. El juego termina con un lamentable empate a un tanto, la gente sale decepcionada pero sin reprochar nada, porque el esfuerzo, tanto sobre el césped como fuera de él ahí quedó.

FIN

Ah... no hay chelas, si quieres tomar algo hay que esperarse hasta el medio tiempo, y es verdaderamente fácil hacerla de espontáneo... hasta me dieron ganas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oh, Don Mario, ya no somos dignos de tí, estuviste en La Meca, iluminado.

AlfDF