lunes, 3 de julio de 2006

¿Y 'ora?

Eran las ocho de la noche, López Dóriga salió a anunciar el tan esperado resultado de las elecciones presidenciales, contrario a lo que todos esperaban, no había ganador. Lo cerrado de la competición hacía imposible decretar un ganador, Tv Azteca decía lo mismo, y así uno a uno los medios coincidieron en lo mismo.

El Instituto Federal Electoral reportó anoche que la estrecha diferencia en la votación obtenida por los aspirantes presidenciales Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador hace necesario esperar hasta el miércoles para hacer el cómputo de cada uno de los 300 consejos distritales electorales.

No se sabe quién será presidente, en el peor de los casos habrá que aguardar al viernes que termine todo el conteo, en el más pior' de los escenarios no habrá presidente ya que todo mundo impugnará el resultado. Sea como sea, llegue quien llegue, nos va a llevar la chingada a todos, y no es porque llegue un tirano opresor como el Peje, o un menso como Calderón, sino porque así todos los mexicanos lo quieren.

El otro día estaba viendo "Los olvidados" película de Luis Buñuel de 1950, en la que unos güeyes golpean a un ciego por unos cuantos pesitos, después ese mismo día, leí en el periódico una nota sobre un chavito que fue asaltado y lastimado por cinco pesos. Me di cuenta que en cincuentaytantos años, los mexicanos no hemos cambiado nada; somos esos animales que necesitan de topes en las calles para respetar las leyes, somos esos inconcientes que tiramos basura en las calles y después nos quejamos de las inundaciones, somos aquellos compradores de piratería que se quejan del desempleo, así como también somos los mexicanos que votamos por alguien con el propósito de que nos resuelva la vida.

En cincuenta años no ha pasado nada; tenemos Internet, satélites, democracia, libertad de expresión, futbolistas en el extranjero, pero seguimos con la misma mentalidad que describía Octavio Paz. Es por eso, que gane quien gane, no pasará nada. Y mientras sigamos así, llegarán los mesías a querer regalarnos dinero, lo malo es que les vamos a seguir creyendo.

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