lunes, 28 de enero de 2013

Extraño a Alí

Ahora sólo queda un espacio vacío de cemento en medio del bosque, que llora por la ausencia de aquel que con su mirada serena al horizonte se había vuelto parte del paisaje. Las bancas de metal de alrededor ya no se llenarán de gente que, como yo, gustaban de irse a comer su chanwis de queso de puerco por las tardes en Chapultepec, y sólo por el capricho de los que no aguantan vara y que ningún chile les embona.

La estatua de ex presidente de Azerbaiyán, Heydar Aliyev, fue retirada la madrugada del sábado del Parque de la Amistad, en el cruce de Chapultepec y Gandhi, para ser llevada a una bodega en Azcapotzalco, donde permanecerá hasta que el Gobierno del Distrito Federal decida a dónde ponerla para que nadie la vea y nadie se sienta ofendido con su presencia, dizque porque era un dictador ojete que mató a miles de personas.

Chillones, maricas, jotos, chotos, pukekes y demás sinónimos de aquellos que se quejaron por la efigie de un güey al que nadie conoce. Porque no fue la comunidad azerbaiyana en México, que han de ser como tres güeyes, los que se repararon por el monumento al tirano, sino unos cuantos mexicanos que le hicieron caso a lo que se dice del amigo Alí en internet.

¿Qué pasaría si en España tiran una estatua de Miguel Hidalgo porque en un arranque de locura llamó a la gente a matar gachupines, incluidos mujeres y niños?, lo cual ocurrió. Ahí sí nos ardería la cola. Lo mismo han de estar sintiendo en Azerbaiyán de su querido presidente.

¡Chá!

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