martes, 5 de abril de 2011

¡Ya para qué!

“Jefe de gobierno… amor mío. Independientemente de que es jefe de gobierno es mi amor y pues eso nos ayuda ¿no?”, le dijo Mariagna Pratts en noviembre de 2007 a una audiencia compuesta por señoras en Tlahuac, entre las cuales me encontraba yo gracias a una credencial que aún conservaba del periódico El Universal, pese a haber dejado de trabajar ahí desde meses antes.

Ese atropellado discurso derivó en una tormenta de videos en el apenas popular YouTube, mismos que fueron bajados sospechosamente a los pocos días, ya que el título de éstos eran “Mariagna peda en Tláhuac” y eso mermaba la popularidad de su esposo, el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard. A partir de entonces, la pareja fue cada vez apareciendo menos en público y ahora se hace público su divorcio, tras años de sospechas y chismes.

Sobre este hecho yo sólo puedo decir ¡chale, ya para qué!, porque a través de estos cinco años de matrimonio, parte de esa belleza que la llevó a las telenovelas (donde yo la conocí como la Tía de Belinda en Amigos por Siempre) se fue poco a poco diluyendo por la sombra de su marido, convirtiéndose así en una señora cuarentona y abotagada de La Condesa.

Marcelo se la acabó, le chupó la juventud, le exprimió todo aspecto positivo y hora difícilmente rompería las mismas braguetas de antaño.



Sólo hay que ver en estas fotografías el proceso gradual de destrucción que llevó a cabo Ebrard sobre la persona que se desempeñaba como su esposa, con el fin de ocultar algo de su rampante homosexualidad

¡Maldito!

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