viernes, 29 de abril de 2011

Turibús basura

La rama de un fresno de seis metros de alto estuvo a dos milímetros de decapitarme sobre un autobús descapotado corriendo a 80 kiómetros por hora en Reforma y a media noche, por cuyo accidentado viaje pagué 200 varos para cubrir el monto de mi pasaje y el de mi acompañante. Es decir, compré caca.

La idea del Turibús Nocturno, salida de la ingeniosa mente de Alejandro Rojas Días Durán, secretario de Turismo del Distrito Federal, es peor que la de poner a Vicente Fox como presidente de la República o a Ricardo Lavolpe como técnico de la Selección Mexicana de Futbol. Lo anterior, simplemente porque no se puede apreciar la cuidad cuando ésta no está funcionando.

Sale el camioncito y una voz femenina con un extraño acento señala un edificio que fue ocupado por los descendientes de Hernán Cortés, y al voltear se puede apreciar a un güey tirado durmiendo junto al bote de la basura, donde otro está hurgando mientras uno más guacarea un caldo de camarón.

“A su izquierda puede ver el Ángel de la Independencia”. ¿Pero pues cual? Está apagado ¡No se ve!; hay dos rucas barriendo y un camión de basura estacionado ahí. Lo mismo pasa con la Diana Cazadora, el Palacio de Bellas Artes, el Auditorio Nacional, la Condesa o el Monumento a la Revolución, por donde además pasas en chinga.

¡Chá!


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