miércoles, 13 de abril de 2011

¡Pinches maricones!

Detrás de unos lentes oscuros del tamaño de mi ego, una gorda de un metro y medio de altura me escupía al vociferar frente a cámaras y micrófonos que los medios no decían la verdad, que el gobierno manipulaba los hechos y que esos dos tipos con pinta de maras que se estaban trepando a una ambulancia sin tener ninguna lesión aparente eran inocentes de haber armado un desmadre en una manifestación del SME.

En tanto, adentro de la agencia 50 del Ministerio Público, el reportero Juan Carlos Santoyo de Radio Fórmula levantaba el acta correspondiente para denunciar la putiza que le metieron unos ñeros que se dicen electricistas, quienes además le bajaron el teléfono, grabadora, dinero, tarjetas, además de una cámara, con la que daba cuenta del grado de evolución que tienen aquellos que ayer en la mañana quemaron unos bochitos en Circuito Interior.

Tal como él, en dicha movilización resultaron lesionados otros dos periodistas; uno de La Jornada y otro independiente, que se suman a la larga lista de agraviados previos por esa banda de maricas sindicalizados, en la cual también aparece mi nombre y el de varios compañeros como Ariel Álvarez, fotógrafo de BASTA!, Dayan Jiménez de La Razón e Isidro Corro de Radio Centro, a quien hasta amenazaron de muerte.

Un día después, bajo un sol que hacía que se me pegara el pellejo de los testículos a la tela de los calzoncillos con la mezclilla del pantalón. Parado sobre las lozas de la plaza pública más grande del mundo que resoplaba el sopor de los días de abril, ese que germina aceleradamente ramilletes de hongos entre los dedos de mis pies encerrados en el grueso nailon de mis tenis, me encontraba yo hasta atrás de los gritos cavernícolas de cien electricistas que gemían de placer con cada una de las palabras de su líder, Martín Esparza.

“Es lamentable que periodistas se presten a una campaña en contra del SME”, dijo en conferencia de prensa el dirigente de la pandilla más grande y más peligrosa de México desde una carpa de su plantón permanente en el Zócalo, mostrando desde lejos esa mirada cargada de impunidad y mierda, contrastante a la declaración del reportero de Radio Fórmula que, plagado de chipotes colorados en la jeta, relató antier en la agencia 50 del Ministerio Público como fue Esparza Flores quien dio la orden para que sus esbirros se lo madrearan.

Tomando en cuenta la hora, el número de potenciales golpeadores y el tono en el que estaba respondiendo los cuestionamientos de la prensa, mejor hice rollito mis reclamos y me los metí por la cola para evitar más chingadazos.

¡Jotos!

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