domingo, 14 de febrero de 2010

San macuarrín

San Valentín es oficialmente el santo patrono de los nacos.

Estimado lector, si usted el día de hoy compró rosas en la luz roja de un semáforo; regaló un oso de peluche con textura sarnosa de los que venden en las cajas del Walmart junto a los chicles y las revistas TvNotas; piensa degustar chocolates pastosos procedentes de un empaque en forma de corazón; o incluso si se atrevió a adquirir en un parque un globo relleno de helio con la forma de Hello Kitty y la leyenda “te amo”, permítame decirle que es usted un macuarro y merece la muerte.

Como cada 14 de febrero, tengo el placer de afirmar que el amor no es de color rojo, no suena a Luis Miguel, no tiene forma de corazón, mucho menos se escucha por el 95.3 de FM, no vienen 24 por caja ni 100 por bolsita, no emite melodías cursis cuando lo apachurras, no se vende en los cruceros ni se adquiere en los Sanborns. El amor se siente, se vive, se demuestra, se goza, se comparte todos los días.

Una paleta roñosa es un gran detalle cualquier día del año, lo que hace de San Valentín algo tan pedorro es que todos lo hacen al mismo tiempo, el aire se carga de una cursilería y un mal gusto innecesario que echa a perder el concepto mismo y la razón de la celebración, tanto que incluso a la gente como yo, que está llena de bondad y buena onda (en serio) termina odiando a la raza humana.

Esto lo he repetido todos los años (chequen el archivo): Chinguen a su madre pinches nacos cursis. Lo bueno es que el universo últimamente se porta chido conmigo y me compensó con una victoria más (porque ya son 15 seguidas) del América sobre el Cruz Azul. Sólo así es soportable un día como estos.

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