jueves, 11 de febrero de 2010

Retomando viejas... costumbres

Chiclosito, chiclosito, chiclosito, chiclosón… ¡chiclozazo! Así, pasando lista, descubrí que a la universidad no se va a aprender, uno va a ver nalgas, a hacerse chaquetas mentales con las estudiantes, a ver quién afloja.

A eso iba antes y a eso volví. Desde el metro, unos jeans pegados sin bolsas traseras me jalaron el cráneo de las corneas provocando salivación mamadora humectapúbis con tendencias rectales vengadoras. Los suetercitos ligeros enseña-pezón-frente-frío-número32 nomás levantaron mis suspiros seminales, mientras las manos no dejaban de pensar en recorrer superficies nalgueables de orificio a orificio. Pero leve, hasta eso.

De todos sabores y colores, pertenecientes a las distintas “tribus urbanas” (qué caca es ese término), ahí van las marmotas desfilando ante mis ojos; las emos con sus acás pegaditos; las fresotas de faldita, una que otra lesbiana ganadora, rockeras, altas, bajas, güeras y un largo etcétera con sus respectivas chichis bien puestas. Pero al final, todas las viejas se dividen entre las que aguantan y las que no (uy, más de una se me va a ofender con esto).

Flashbacks ñeros tuve cuando waché (¿waché?) a una bola de babosos que están en contra de todo junto al profe Carlos Fazio terminar su cátedra y salir del salón seguido por la parvada de mini stalins, amantes del peje y succionantesdepene del subcomediante Marcos… Ah qué tiempos aquellos en los que tenía que convivir con una bola de hippie-chairos.

La clase de literatura se convirtió en un pretexto para retomar las viejas prácticas de pseudoestudiante que se sienta hasta atrás con las patas en la banca de enfrente, nomás viendo quién es la más buena del grupo, quién es puto, el matado, la piruja, el menso (otro, aparte de mí), la cerebrito y demás fauna nativa cagante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Entre las letras de Rulfo y la canción que tarareaba en mi cabeza, pasaron dos horas en las que al igual que los cuatro años y medio anteriores, no aprendí ni madres y sólo reforcé la idea de que soy demasiado para la academia.

¿quiovo?

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