lunes, 22 de febrero de 2010

Otra de putos en el metro

Pasó nuevamente en el vagón de hasta atrás del convoy, otra vez en la línea 3 que va de Indios Verdes a Universidad, no es que uno ande buscando anécdotas de homosexuales en el transporte público, sino que esta ciudad está poblada por nacos y huevones que atiborran el metro sólo en el centro del andén por no caminar ni tantito a los extremos, entonces, al principio y al final hay lugares para ir sentado o por lo menos no tan apachurrado.

Esta vez, regresaba a mi sacrosanto hogar de la Súper Narvarte después de ver el show de Polo Polo en el Teatro Blanquita, cuando a la altura de la estación Juárez vi caminar dentro del vagón a un bato vestido con un short de licra blanco, visiblemente carente de ropa interior, con una playera negra pegadita, mochilota, mamdísimo y con una cara de puto que ni Juangabriel, Waltermercado o Fabirú.

Que se me pone junto, pero pus’ uno ni en cuenta. Yo iba recargado en la puerta del lado izquierdo y por el reflejo del vidrio de enfrente vi que repentinamente puso una cara como de vergüenza, como cohibido, se sentía observado, acosado. Al levantar la vista, un tipo como de 45 años; un venerable señor de suetercito, camisa, canas en el pelo, lentes gruesos, libros bajo el brazo y cara de papá responsable, le venía clavando la mirada en el paquete al mariposón.

Pasaban las estaciones y el ruco no le quitaba la vista del chile al otro. Se relamía los labios imaginando lo que había debajo de la licra, se le acercaba de repente, le guiñaba el ojo, le sonreía, ponía jetas como de “métemela ahorita”, al puro estilo albañil sabroseando a culito femenino en la calle, mientras que el putín nomás se hacía güey mirando a otro lado.

Cuando me bajé en División del Norte, el puñeñe de gimnasio salió detrás como despavorido, cuidando que el otro maricón no se lo fuera a tortear. Pero oh sorpresa la mía cuando vi que éste estaba en realidad acosando a otro jotíbiris que venía enfrente. Cuando crucé los torniquetes, nomás alcancé a escuchar cómo lo abordaba con la frase “a dónde tan solo vas guapo”.

Admiro a los volteados por sus técnicas de seducción tan avanzadas.

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