martes, 5 de diciembre de 2006

Como en el futbol

En el partido de vuelta de la semifinal del tornero Apertura 2006 entre las poderosas águilas del América y las chivas del Guadalajara, se paró a calentar Nelsosn “el pipino” Cuevas, los de coapa iban abajo en el global por dos goles, necesitaban empatar para pasar a la final. Entonces la gente al ver que el jugador hacía movimientos de calentamiento para entrar a la cancha, empezó a gritarle su apoyo, “pipino pipino” cantaba la monumental, “ya va a entrar el pipino, orita ese güey va a meter los goles”, “con el pipino ya la hicimos” murmuraba la tribuna.

Entró el número 23 al campo cubierto de ovaciones y aplausos, pasaron los minutos, se fallaban pases, le robaban pelotas, en fin, el pipino no daba una en el partido. Ahí fue cuando el público expresó su enojo con frases como “no sé para qué metieron a ese pendejo”, “pinche mono ya que lo corran”, “el huevón nomás está ahí parado” y la mejor: “¡ya expúlsalo árbitro!”.

Bajo esa lluvia de insultos me di cuenta de cómo somos los mexicanos en algunos aspectos de la vida política; de alguna manera siempre depositamos nuestra confianza y esperanzas en un sólo hombre, ya sea un jugador que se para a calentar o el presidente de la república. Cada seis años la gente siente que él va a ser el bueno, será quien nos saque de pobres... todo él, sin que nosotros tengamos que mover un dedo.


Cuando las espectativas fallan, entonces es cuando llueven las mentadas: "el presidente no hizo nada", "nomás cobra y no trabaja", "ya que se vaya al rancho", "nos dejó peor de lo que estabamos" y cosas lindas como esas, pero eso sí, el candidato que se perfila, ese sí es un chingón, el cual seguramente, correrá la misma miserable suerte.


¡Qué bonita gente!

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