jueves, 9 de noviembre de 2006

Palomas de pueblo

Este lunes despertamos con la noticia de tres bombazos en la Ciudad de México, las cuales habían destruido parte de las instalaciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), la fachada del auditorio Plutarco Elías Calles en la sede nacional del PRI y casi la totalidad de una sucursal de ScotiaBank en la Plaza Comercial Club de Golf que afectó también edificios del Residencial Bugambilia.

No sólo eso, más tarde se encontraron más explosivos que no extallaron por errores en el mecanismo de detonación, lo que nos lleva apensar que hasta para eso los mexicanos somos bien güeyes. ¿Cómo quieren que explote una bomba si como detonador tiene un relojito de los que traen los chavitos en la secu? Apenas en septiembre explotó el mercado de cohetes en San Pablo Tultepec por segundo año consecutivo, lo cual nos quiere decir que el mexicano y la pólvora no se mezclan.
En los atentados del lúnes, daba lo mismo ir personalmente en la madrugada a aventar unas palomas al PRI y huir, que preparar unas mochilas con explosivos y un relojito culero. Además también está chafísima atentar a lo bruto, sin notas o amenazas, porque nadie sabe ni quién fue ni qué es lo que querían dar a antender con su chistecito, tanto que ese mismo día como cinco organizaciones pseudoguerrilleras se adjudicaron la bronca.
No es la primera vez que pasa, antes ya en Oaxaca habían coheteado unos bancos, pero con la misma ineptitud, tanto que ya se nos había olvidado. Sí querían asustar a alguien... se la pelaron, nomás fregaron a unos viejitos a los cuales les abollaron su zagúan. Esto no es una petición de que maten a alguien, tampoco sean mensos, sigan tronando sus ratoncitos y buscapiés, pero lejos, y cuando lo hagan especifiquen por qué lo hacen.
Babosos
El disque fraude y la appo no merecen esos teatritos

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