lunes, 27 de febrero de 2012

¡Uuuy, nooo jefe!

Son las palabras que, al ser pronunciadas por un oficial de la Policía del DF, inequívocamente indican que ya valió madres todo, que ya ni le muevas porque te va a ir peor y que si fuiste víctima de la delincuencia, sin importar que se haya tratado de una simple bolseada, un secuestro o una violación, no se te hará justicia.

Todo ocurrió cuando quise mirar en el espejo lateral de mi troca de narcotraficante si podía salir del lugar donde me había estacionado en calles de la colonia Súper Narvarte y al hacerlo ¡madres! Ahí donde se supone que debería estar el reflejo de mi flanco derecho sólo había un hueco que tenía implícito el mensaje: “pendejo”.

Algún hijodesupinchemadre le metió un desarmador y palanqueó ambos retrovisores para separarlos de su carcasa, dejándome ciego al manejar y a merced de los tiras y su máxima aquella que dice “nooo joven, está muy cabrón que se sepa quién se lo chingó, mejor cómprese unos protectores para que no se lo vuelvan a atorar”.

Aunque su consejo de ir a la colonia Buenos Aires a buscar los repuestos no sonaba tan descabellado, sobre todo porque cuando los conseguí tuve la ligera sospecha de que estaba comprando mis propios espejos, lo cual quiere decir que en esta ciudad el mercado negro de las autopartes trabaja a ritmos muy acelerados.

¡Chá!

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