domingo, 21 de junio de 2009

A vergazos

L’otro día Andrés Manuel López Obrador le ordenó a un pobre güey que renunciara a su candidatura para dársela a una vieja ridícula. Luego hizo lo mismo con el jefe de gobierno y el congreso para que oficialicen su mandato una vez pasadas las elecciones… ¡pinche mono!

Y hablando de putos… ayer me tocó ir a cubrir la marcha gay por paseo de la Reforma. Y ahí van como 100 mil chotos bailando desde Chapultepec hasta el Zócalo. Yo con cámara en mano, grabadora en la otra y el manos libes en las orejas pasando un reporte en vivo para el radio ¡agüebo!... ¡si sí soy reportero!

En una labor informativa, investigativa y chingativa más delicada, de profunda observancia, de sentida analicidad (de análisis, no de ano, nada tiene que ver el motivo de la marcha con mis capacidades científicas), identifiqué a un nuevo concepto del homosexual mexicano surgido a raíz de la coyuntura nacional de violencia: el narcogay

Como estos cabrones todo lo quieren pintar de rosa; ya amariconaron el último resquicio de hombría que quedaba en México. Al trailero, al obrero, al bombero, al policía y al motociclista los convirtieron en estereotipos y fetiches de lo joto… ¡ay mana!

El narcotraficante, bato de botas picudas, vaqueros, camisa, cinto, hebillota, cadenas, lentudo y sombrerudo, aquel que te da un balazo antes de las nalgas, ya lo transformaron en una fantasía más de una bola de cabrones que sueñan con el sinuñas.




Ahora bien, los narcos por menos que esto han matado a un chingo de periodistas… ¿qué hará el Chapo, Osiel, el Teo, el Mayo, los Carrillo, los Beltrán y compañía cuando se enteren de que ya hay un cártel que ejecuta de vergazos en el culo?

Ahí viene lo más cabrón de la guerra contra el narco. Nomás les aviso.

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