jueves, 14 de mayo de 2009

Correspondiente al 7 de Mayo

Los apocalípticos, los integrados y a los que les vale madre

La banda dice que el mundo se va a acabar, yo digo que ya se acabó y nomás estamos esperando a morirnos todos.

Con las calles de la Ciudad de México vacías, sin gente en los cines, sin servicio en los restaurantes o cantinas y sin ningún triste sangüichito qué tragar en el súper siete, qué más da que nos agarre la influenza, un hongo en la cola, que nos caiga un meteorito, nos gobierne Roberto Madrazo o que llegue Godzilla y nos coma.

Con ese hastío acumulado, el sábado por la noche del fin de semana más aguado de la historia de este país, quienes estaban hartos de no hacer nada y de quedar bajo arraigo domiciliario epidemiológico peor que el de la PGR, le cayeron a una bodegucha de la colonia Guerrero, en lo que se puede definir como un “suicidio colectivo”.

Si lo que nos dicen las autoridades es cierto acerca de que saludarse, abrazarse, tocarse y besarse constituye un riesgo de contraer el mugre virus A/H1N1, pues entonces ahí, si alguien estaba enfermo, ya condenó a muerte a toda la pandilla.

Es natural que después de dos semanas de no poder hacer nada, en la primera oportunidad de echar desmadre lo hagan como si no hubiera un mañana, ya que, en cierto modo, quizás en una de esas no había tal.

Ni siquiera se había acabado el primer cartón de chelas y todos ya bailaban al ritmo salsa de “vete yaaaaa” de Danny Daniel (¡Güey! se llama Danny Daniel, como Galy Galeano… ¡uts!), hasta a los más aburridos les valió madre, con lo que fuera, gorditas, feítas, con la que se dejara, el chiste era agarrar carnita de algo.

Una hora después y eso ya era un baile de pueblo, un encerrón de sonideros en un callejón de colonia popular mexiquense o un toquín de norteños allá en un rancho de por Gómez Palacio, Durango… todos contra todos, una horchata y armaron el camión.

Del duranguense y mis pasos de fantasía, hasta una quebradita circense entre dos vatos, los cuales, por extraño que parezca, no eran puñales.

Para cuando me fui, como a eso de las cuatro de la mañana, ya nalgas, chichis, pelos… ¡todo!

…Lástima de uno que trabaja al día siguiente en los medios y vive del apuercalipsis

¡Chá!

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