sábado, 10 de enero de 2009

Una de Vampiros inconclusa

–No creo que lo logres
–No creo que creas que no lo intentaré

Nuestras miradas se cruzaron, sus ojos se clavaron en mí sin parpadear, su cuerpo se tensó, extendió los brazos en posición de pelea concentrando todos sus movimientos en buscar la forma más rápida de acabar conmigo, mientras que yo reunía todas mis fuerzas para a penas soportar el primer embate.

Me sonrió. Sus dientes filosos, blancos y deslumbrantes como ser despertado a flashazos me hacían pensar que no duraría ni un round a mano limpia en su contra. Le gruñí mostrando mis caninos chatos y pedorros, propios de aquellos que no son de sangre pura en un intento igual de pedorro por ocultar el nerviosismo y el miedo que me producía la presencia de aquella máquina de matar que estaba apunto de hacerme cagada.

Al fin despegó el talón del suelo, a penas noté el movimiento cuando ya estaba frete a mí con toda esa ira acumulada en el puño que estaba a punto de destrozar mi cara. Ni siquiera me dolió, pero yo ya estaba a dos metros tirado en el piso con el hocico sangrando.

–Chinga tu madre – le grité

Se detuvo en seco para reírse como estúpido, la burla me caló en lo más recóndito de los huevos, me levanté de un salto y le caí a golpes a lo loco como aquel al que le acaban de abollar su coche en medio del tráfico. Duro, seguido, sin parar y con todo en donde cayeran. Con un movimiento de mano cortó mi ataque, no sin antes meterle un puntapié en los testículos. Ni se inmutó, se me olvidaba que estos güeyes ya no sienten nada.

–Vampiro que en las noches volarás, a pesar de tus hechizos mis nalgas no las tendrás – recordé un viejo hechizo contra vampiros escondido en un chiste de Polio Polo

…¡ay ya me dio hueva!

No hay comentarios.: