Soy nena

De tres cosas estoy seguro:

En primera, Lola es prostituta

Segunda, se muere de ganas de pegarme el SIDA

Y tercera, estoy total y perdidamente enamorado de ella.

…¡Chale!

Jamás pensé que me gustara, juro que nomás le entré porque ahí estaba en uno de los tantos libreros de mi casa (y no es mamonez de decir que tengo una casota, sino mamonez de decir que tengo un chingo de libros y soy un pinche naco ilustrado), en fin, el chiste es que como ando pobre y no he tenido chance de caerle a la Gandhi a llevarme puras mamadas (‘pus ni modo que lea a Tolstoi …hablamos de mí, o sea no mames), lo vi y dije “ñee” …y que me lo embolso para romperle su madre (literariamente, mas no literalmente) durante mis viajes diarios a Polanco (ohhh… ¡pus’ ahí trabajo! No es mi culpa).

Y que le entro, y que nomames, que me empieza a gustar y que ya casi lo acabo (bueno no, voy a la micha), pero el pedirrín pin pin (¡saca la frase!), es que descubrí que en el fondo, muy en el fondo… bueno ni tanto, soy una niña adolescente-cursi-y-faltadeamorquenecesitaqueledensureata… (exageré un poquito)

Creí que mi obra máxima de vampiros era la de Stephen King (aquella donde el chavito que desaparece misteriosamente le toca la ventana a la gente por la noche para chupárselos), porque hasta eso, consideré que las de Ann Rice son una mamada (¡güey! Las actúan Tom Cruise, Brad Pitt y el Banderas… o sea ¿qué pedo con la banda?), pero nel, la onda es Crepúsculo.

Ya sé que hay película, que todavía está en el cine, que me puedo ahorrar la burla que provoca que me guste una historia pa’ nenas, pero ya estoy aquí… así que Chinguen a su madre