lunes, 4 de junio de 2007

Terapeutas de bajo costo

Entre gaffitis, cumbia y basura. En el barrio, con la banda, en las calles con nombre de país sudamericano. Ahí mero donde la cosa "está bien cabrona" el ambiente se transforma, y lo que parece sucio y peligroso se convierte en interesante y folklórico.

Huele a garnachas, los revendedores de boletos gritan y acosan a la gente con sus ofertas, desde los puestos de la banqueta el panorama se vuelve multicolor gracias a las máscaras que ahí se venden; el santo, el blue demon, el místico, supermuñeco, la parka, huracán ramírez, black warrior, atlantis, el especto, blanco, azul, negro, amarillo verde, todo es una fiesta mientras los de seguridad le piden a la gente que se mueva, que no puede permanecer en la entrada bloqueando el paso, "personas con boleto en mano favor de ingresar" repiten como pericos amaestrados.

Un stratus '98 rojo se estaciona en la esquina, de él sale Mephisto para encontrarse con los niños cazautógrafos con los cuadernos repletos de las firmas de los ídolos, también llegan los de "¡foto foto!" con sus celulares, lo mismo pasa con el Máximo, con el Valiente, Tarzan Boy y hasta las edecanes, estas últimas con mayor presencia de ñores que de chavitos a su alrededor como es de esperarse.

Además de el barrio, la lucha libre convoca a gente de todo el mundo. Hay unos franceses con un equipo de video grabando todo lo que ocurre, pero son en su mayoría gringos, que están aquí porque saben que en México la lucha libre sí es un deporte, lástima que para entrar al embudo de la calle de Perú tengan que ser brutalmente estafados por un revendedor que les vende los boletos al triple de lo que cuestan, es el precio que se paga por no saber ni media palabra de español.

Son las cinco de la trade, el sol empieza a ceder en el horizonte, la gente ya está adentro desde donde ya se escuchan los primeros madrazos contra la lona. Las porras apoyan a grito pelado a los suyos, de un lado los técnicos hacen sonar trompetas y matracas, del otro los rudos mientan madres a la menor provocación.

Palomitas, papas, cacahuates, chescos y chelas en los corredores. Arriba del ring, en la última caída, en la esquina y con el rival abajo del encordado, el Valiente, un gordito de verde enmasacarado tras la figura de una espada en el rostro, de un salto llega a la segunda cuerda para usarla como impulso para llegar a la tercera en el ángulo opuesto, de ahí se eleva en un vistoso mortal hacia atrás para dejar caer sus más de 100 kilos sobre el oponente mientras sus compañeros sorprenden a los rivales restantes con una huracarrana y una casita respectivamente para consagrar otra victoria técnica con el rugir del respetable.

Llega el turno de las damas, y lo que impresiona más es el bícep de Dark Angel, luchadora canadiense que se ve más guapa en vivo que en la tele, más todavía vistiendo una especie de bikini rojo de tela brillante pocamadre, y quien le hace segunda son las enormes y musculosas nalgas de amapola, la ruda.

Después de las chicas, es tiempo de las estrellas, de las luchas que van a salir en la televisión, para eso hay que ocupar los espacios vacíos en las primeras filas, para que se vea el lleno en las pantallas. "¡Volador Volador!" en la tribuna, "personal jesus" de Depeche Mode en las bocinas de la arena coliseo, y en el pasillo una figura de azul y oro que anuncia vuelos suicidas, lances espectaculares y una pelea memorable, atrás de Volador viene Máscara Púrpura que dicho sea de paso viste de rojo, para terminar con la tercia científica los acompaña la nueva sensación del pancracio; Máximo, jóven amanerado con vestimenta de romano y mohica' teñida de rosa que remata el lunar en la mejilla. Sólo en un deporte tan de hombres sería tan idolatrada la jotería acompañada de golpes.

Texano y Virus, sucumben ante el llaveo y los lances de Volador y Púrpura, mientras Satánico cae rendido ante los cariños de Máximo. Tras la derrota, los rudos no tienen de otra mas que desquitarse con Kemonito, la mascota del Consejo Mundial de Lucha Libre. "Qué buena pelea" dicen allá atrás, y sí, porque la estelar, la del maestro lagunero Blue Panter, la del 4-40 Negro Casas y el águila italiana Marco Corleone contra el ídolo de los niños Atlantis, Tarzan Boy y Mephisto, es mero trámite.

Al salir de la arena, todo se ve mejor, de repente lo más cutre de la ciudad ya no lo parece tanto, ni se nota que mañana es lúnes, porque al ver madrazos el alma descansa, gracias a esos terapeutas de bajo costo como los llamó Blue Demon.

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