domingo, 30 de junio de 2013

No hemos aprendido nada

Indignación generalizada hubo hace dos décadas, cuando el gobierno capitalino, entonces llamado Departamento del Distrito Federal, inició un programa para erradicar el problema de salud pública que representan los perros callejeros, sobre todo en delegaciones como Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco, pero utilizando medios poco humanitarios, lazándolos como reses y hondeándolos para clavarlos de un chingadazo a las perreras.

Hace meses resurgió el problema cuando una jauría mató a seis personas en el Cerro de la Estrella en Iztapalapa, provocando que se criminalizara a todo aquel que caminara en cuatro patas. Ahora, el ojo de la indignación canina está puesto en Toluca, donde la alcaldesa Martha Hilda González permite que sus trabajadores calienten a los perros como si fueran judiciales a un chemo.

La grandeza de un pueblo se juzga por la forma en la que trata a sus animales, dicen que dijo Gandhi, y la verdad los mexicanos somos unos hijos de la chingada.

¡Chá!


Escuchar al perro chillar da ganas de ir a ponerle una putiza a la pinche alcaldeza de mierda, quien por cierto aparece en el video en una manta colgada en una de las casas, promoviendo su campaña por el PRI a la Presidencia Municipal toluqueña.

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