jueves, 20 de junio de 2013

Mi nuevo némesis

Domingo 16 de junio a las nueve de la mañana. Periférico sur, a la altura de Cuemanco. Yo de buenas, cosa rara. Mijares sonando a todo volumen en el estéreo. Cita importante en la agenda. De repente, una patrulla bloquea el camino para ingresar a los carriles centrales, por los que más adelante no se ve obstáculo que impida el libre tránsito. ¡Chale!

Pequeño contratiempo que se explica cuando se ve que sobre la ruta cerrada circulan un par de ciclistas. Ah bueno, pensé, ante la posibilidad de que se tratara de un nuevo paseo en bici, como el de Reforma, al cual también podría acudir los domingos, en vez de inyectarme heroína en la sien. Pero la circulación es cada vez más lenta y somos más atorados e impotentes en la lateral.

Kilómetros pasan a dos por hora y el tiempo sigue su camino rumbo a mi desesperación, que ya es mucha, más cuando caigo en cuenta que se trata de una carrera, un medio maratón, con motivo del Día del padre, organizado por la delegación Tlalpan, que no avisó a nadie ni puso señalamientos ni agentes a desviar el tráfico, que se acumula sin poder salir a ninguna parte hasta Perisur.

Ya para la mitad del recorrido, le miento la madre a todos los gordos y las obesas que me rebasan caminando, que con un día de ejercicio ya se sienten atletas, aunque vayan a desmayarse llegando a la meta, con todo y sus monitores cardiacos, sus tenis mamones con aire y 30 cronómetros para medir las seis horas que se tardaron en un recorrido que un puto etiope haría en 20 minutos.

Dos horas después, llegué tarde a la cita, que era por el rumbo del Pedregal, por el CCH Sur, un par de kilómetros más adelante de la meta. Maricela Contreras Julián, jefa delegacional en Tlalpan: TE ODIO, te voy a cazar como perra y cuando te encuentre, te voy a matar a escupitajos.

¡Venganza!

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