lunes, 16 de enero de 2012

¡Quiero a Navarrete!

Al llegar a mi coche, luego de dos días de haberlo dejado estacionado en la calle, encontré en el parabrisas tres kilos y medio de papel para reciclar en forma de propaganda política a favor de Miguel Ángel Mancera, y fue ahí donde me di cuenta de la gran pérdida que significó la declinación de Carlos Navarrete en sus aspiraciones por la Jefatura de Gobierno del DF.

No es que el ex procurador sea una mala opción para administrar a la ciudad, al contrario; siempre he dicho que si yo fuera puto sí se las daría al doc, pero es sólo que el senador tenía algo que a ninguno de los demás candidatos se les ocurrió tener: ¡una botarga!

Navarretín es el nombre del monigote de hule espuma, terciopelo barato y alfombra que acompañaba el perredista en todos sus actos de campaña en la ciudad, en los cuales desafortunadamente nunca estuve presente, lo cual me llena de una gran tristeza porque me quedé con las ganas de taclearlo, como lo he hecho con los monos del Doctor Simi en repetidas ocasiones.

Incluso, el mejor amigo del legislador bigotón pudo haber sido un digno contendiente en las luchas de botargas que se arman en los baldíos de Iztapalapa, en los que participan la vaquita de Alpura, el Doctor Simi, Barney, la bolita de Axtel, el Pollo Feliz y el Bob Esponja de la calle Madero.

¡Uts!



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