lunes, 12 de diciembre de 2011

¿Dónde te agarró el temblor?

En calzones, con mis pantuflas de pata de dinosaurio, dos días sin bañar, cubierto de moronas de pan y migajas de papitas, con un pomo de mezcal a medio chupar al lado y el control remoto de la televisión malabareando en mi mano derecha, mientras la izquierda rascaba una parte privada de mi anatomía, estaba yo el sábado por la noche cuando… ¡No mames! ¡No mames! ¡No mames!

“¿Está temblando?”, pensé yo. “¿O será las pinches drogas?”, consideré después. Pero cuando un envase de caguama vacío se rompió en el piso por el bailoteo de la mesa, supe que era la madre tierra la que estaba gorgoreando debajo de mis pies. Pensé en salirme a la calle, siguiendo los lineamientos que dicta Protección Civil, pero luego caí en cuenta que los vecinos me verían con un atuendo un poco inadecuado.

Me paré en chinga (que, como dice Polo Polo, quiere decir “muy rápido”) de aquel sofá para buscar algo con qué cubrirme, pero tropecé con una prostituta inconsciente acostada en el piso y me fui a dar un chingadazo contra la pared. Medio noqueado y con todo moviéndose alrededor, logré ponerme una bata y unos tenis para abandonar el edificio, ya cuando el pinchi temblor había pasado.

Apuesto a estas situaciones no los tiene contempladas el doctor Elías Miguel Moreno Brizuela cuando arma sus macro-simulacros en el Gobierno del DF.

¡Chá!

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