viernes, 8 de julio de 2011

Perdición mexiquense

Si usted, estimado lector, se ha topado con un par de faros monumentales iluminando el firmamento en el norte de la ciudad un viernes o sábado en la noche mientras va conduciendo por el Periférico o la avenida Gustavo Baz, por los rumbos de Clanepancla, y se ha preguntado qué chingá es eso. Permítame sacarlo de su duda y decirle que se trata de una sucursal de Sodoma que sólo podría ser ubicada bajo las permisivas y pecaminosas leyes del Estado de México.

Ávalon es el nombre del tugurio ese, en referencia a aquel reino de la mitología celta habitado por hadas; pero como éste está ubicado en el centro industrial del municipio mexiquense, podría reinterpretarse como el lugar al que las pirujas van a divertirse y los ñeros a sentirse un poquito menos ñeros bailando rolas en un idioma que no entienden.

Atendiendo a la tradición milenaria de la barra libre, miles de personas acuden al llamado de los beats estilo Pericoapa y los tragos adulterados, pero sólo unos cuantos entran a divertirse hasta las ocho del día siguiente gracias a aquel filtro de la naturaleza del que Charles Darwin nos hablaba en las crónicas de sus viajes, llamado “el cadenero”.

Una buena opción para hoy en la noche, si quiere beber algo de anticongelante con hielo y pescar hemosífilis hondureña.

¡Salúd!... o ¡Fuaaa!

1 comentario:

Arevalo dijo...

El espíritu gregario en todo su esplendor... el sexo escapista y el comercial conviven, juntos, un ritual, cazador, buscar, encontrar, algunos preferirán solo beber y saltar hasta el cansancio, "bailar" le llaman ellos... en fin.