domingo, 24 de julio de 2011

El nuevo Mil Usos

En el cruce de Reforma y Mariano Escobedo, la atención puesta en un Nextel rojo con un colguije de Hello Kitty distrae a una chica de sus funciones tras el volante de un Chevy color azul-alberca-con-meados y calcomanía de Stereo Joya en la defensa trasera, el cual le alcanza a dar un llegue en la puerta derecha a mi últimamente muy sensible y marica cochecito francés, dejándole un tallón en forma de garrazo de tigre en la pintura azul.

Que me bajo con actitud de reventarle su madre, pues la muy inconsciente alegaba no tener ninguna culpa, a pesar de no haber despegado ni un minuto el teléfono de su oreja. Ante tal situación tenía cuatro opciones: 1) agarrarla a cabezazos y robarle el bolso para cobrarme a lo chino. 2) hablarle al seguro para que arreglara el problema. 3) buscar a un policía y acusarla de violar el Reglamento de Tránsito Metropolitano... y 4) llamarle a Javier Sicilia para que se la viniera a hacer de jamón.

Opté por la última de mis alternativas, pues el poeta, al parecer, era el más apto para hacerme justicia, ya que lo mismo llora por su hijo muerto, organiza marchas por la paz, se terapea al Presidente, se cuela por la fuerza al Senado para hacer performances al estilo Noroña y aboga por la Reforma Política. ¿Por qué no habría de arreglarme mi golpe?

¡Chá!

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