jueves, 23 de septiembre de 2010

Cinemex Parque Delta

Era como ver a los Tres Chiflados o a los de Ensalada de Locos tratando de hacer una crepa con nutella, una chapata de pavo y un té de guayaba; se arrebataban el chuchillo, se les caía el pan al piso, se les rompía la masa, regaban ingredientes, se quemaban con las cosas calientes y nada más faltó que me aventaran algo los güeyes.


Yo estoy en contra de cualquier forma de violencia en este mundo, pero a los empleados del Cinemex de Parque Delta sí que les metan un palo por la cola por favor. No puede haber gente más inútil en esta vida, ni siquiera aquellos que se dedican a vender gorditas de nata en la avenida Zaragoza o los acarreados del PRD en las marchas son tan chafas.

Desde la taquillera, que me vendió un boleto de menos y por poco me deja sin ver Resident Evil 4, hasta los ya citados encargados de la cafetería que ¡ah cómo son babosos! por no saber distinguir un jamón de un salami, además del menso ese que reparte los lentes de tercera dimensión a la entrada de la sala, quien me dio unos que no se veían y me obligó a soplarme la película entera viendo doble. A todos ellos que se los coma un puerco al amanecer.

He perdonado que al tarado del cácaro se le vaya la onda con el sonido, que el piso esté chicloso, que la proyección empiece tarde o que el baño esté sucio, pero que se metan con mi Icee de frambuesa ¡jamás!

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