Desperté en un sucio cuarto de hotel de Villahermosa. A juzgar por lo sucio de las paredes, el salitre en el techo, la mugre en el piso, las manchas en las sábanas y el señor que estaba acostado junto a mí en esa cama, acababa de tener sexo con Andrés Manuel López Obrador.
De nuevo sobre la 180, después de cientos de kilómetros de excesos, sentía que esa línea blanca en el pavimento me la había inhalado completa desde la ciudad de México.
En Cancún no estaba el edén, a cambio de unos cuantos dólares te conviertes en el muñeco de pruebas sexuales de una ñora gringa de cincuentaytantos, lo malo es que al final lo disfrutas más porque sabes que en algún punto de la vida las cosas podrían ser peor.
De regreso en la realidad, acabas leyendo ante un público ausente de madrugada… pero de regreso.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Carretera 180
Posteado por
Mario Manterola
a las
10:55 a.m.
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