domingo, 14 de septiembre de 2008

A porpósito de criminales que se defienden

Fragmento de una conversación de un policía gordo con otro tira chaparro y feo en el andén de la estación del metro lagunilla:

“…no güey si el miedo es cabrón, ese pendejo estaba temblando con el radio diciendo apoyo, compañeeeros, necesito apoyo, jajajajaja.

Si yo me acuerdo de la primera vez que anduve en la calle, estaba de policleto y ahí veníamos en chinga con las baikas correteando a un culero mi pareja y yo, que de repente este cabrón se mete a una pinche barranca y chinguseumadre ahí vamos con las bicis, hasta un punto donde nos bajamos y lo correteamos entre todo el desmadre.

De repente mi parejita que agarra y que lo claclea bien chingón, pero el güey este se fue sobre el arma, y cuando cayeron mi pareja quedó debajo de él y los dos forcejeando por la pinche fusca.

Que llego yo, porque yo venía cagándome de miedo detrás de él, porque él ya tenía experiencia no, y cuando vi que le estaban dando vuelta a mi pareja que saco el pinche fierro, que volteo para un lado y para el otro y con todo el dolor de mi corazón que lo encañono al hijodesupinchemadre. A ver hidetuputamadre arriba las manos cabrón.

Sí agüebo, más vale, pinches balas cuestan doce varos pero mi vida ya está más cabrón. Y me fijé de que no viera nadie porque ya ves que Derechos Humanos te la hace de pedo por todo, porque luego resulta que ya todos los culeros eran buenos muchachos, estudiosos y la chingada, nooo que chinguen a su madre.

Ya cuando vimos que no había pedo, ora sí puto, ¿no que muy chingón? Chin chin chingue su madre, pinches putazos pa’ que no anduviera de culero y jálele puto…”

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