domingo, 7 de septiembre de 2008

Pendiente de la crónica policiaca diaria

Sonó el timbre, la señora Mercedes Olvera se levantó de la cama a la mitad de la noche para abrir la puerta sin saber que detrás de ella encontraría el cañón de una pistola calibre .38 apuntándole entre los ojos.

¡Bang! Retumbó tres veces en el aire de la colonia Lomas de Padierna en la delegación Tlalpan.

Karina, su hija, al oír las detonaciones despertó. Se acercó a la puerta y vio a su madre tirada en el piso con el rostro ensangrentado.

Un grito se ahogó en su garganta, una mancha roja le mojaba los pies descalzos y mientras su cerebro procesaba la escena frente a sus ojos, vio un hombre joven, quizás unos 25 años, alejándose corriendo entre la noche.

Sin pensarlo salió tras él, saltó por encima del cuerpo inerte de la señora de 40 años que le había dado la vida y lo correteó por varias calles.

El asesino se subió al asiento del copiloto de un auto compacto que dio marcha. Chillaron los neumáticos y el motor rugió al emprender la huida.

Cuando el vehículo pasó debajo de una luminaria callejera pudo distinguir el rostro de su propio padre, Rafael Ferrera, tras el volante.

Una ambulancia llegó para llevarse el cadáver con tres balazos en el rostro al hospital de Xoco, para cuando esto sucedió ya no había nada que hacer.

La procuraduría del Distrito Federal busca al homicida de 42 años de edad, quién es cómplice del asesinato de su propia esposa, con la que mantenía una pugna legal de divorcio desde hace ya algunos meses.

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