martes, 11 de marzo de 2008

Flach bac

¡Güey! Entre las tantas incursiones regresivas a lo que por cinco años fue mi hábitat, fuente de frustración y reto impersonal, a ese conjunto de edificios, butacas, libros y nacos, o llámese institucionalmente Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, con la que todavía tengo una cuenta pendiente con el nombre de titulación, de ahí mis retornos. Al ver esa fauna marmotil exenta de calificación y clasificación obligatoria de mi parte, me llegó a la mente la idea de que probablemente desperdicié mi tiempo.

Iba yo por la explanada pensando y viendo cuánto buen material nalguil hay (aunque se quiera institucionalizar como delito), mi cabeza se preguntó a sí misma "¡puta! pus' qué estuve haciendo esos cinco años". En eso como que me empezó a picar la nariz por dentro y me agarró la risa, y dije "ah sí... eso".

Un universitario tiene tres caminos a seguir; el estudio, las viejas o el desmadre, llámese desmadre sólo aquel que no necesariamente tiene vínculos con las viejas, o sea, echar la cáscara, la güeba, la chela, o humito loco. Si uno no encaja dentro de estas tres corrientes del pensamiento, no puede considerarse un verdadero universitario, y no, no es necesario el título sobre la chimenea que lo avale.

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