viernes, 12 de octubre de 2007

El Rey de los palenques

11 de la noche, aire embriagante. Ese último trago de mezcal con gusano está surtiendo efecto según la aparición de la virgen de guadalupe en mi tostada de tinga con frijoles y queso, me sonrie, me guña el ojo, manda un besito, tú puedes campeón, me dice, son tuyos, sal y acábalos, me ordena. Me persigno, beso la cruz, el sombrero en su lugar, las pistolas en el cinto, botas limpias y el calcetín en el calzón.

La multitud ruge, corea mi nombre, el sonido local me anuncia acompañado de una versión metalera de la marcha de zacatecas. Salgo en mi caballo blanco, vestido de charro, con aplicaciones de oro en todos lados, varonil, deslumbrante, embidiablemente mexicano. Floreo la reata arriba del cuaco y las féminas me florean la mia a la distancia. Bajo, presento a mis músicos quienes hacen su respectivo solo con su instrumento, cuanto unos chistes, el del pato, el del pollito, uno de negros. Me arranco con la primera canción, Stairway to heaven de Led Zeppelin pero versión grupera. Recibo un brasiere, una tetona de la fila tres me da la bienvenida. Segunda rola, popurrí de Juanga y el príncipe. Llueven rosas, levanto una, me la pongo en la boca, ¡pendejo, tenía espinas!, me aguanto, camino hacia la belleza morena de ojos verdes, le entrego la flor, se desmaya, ordeno a mi gente que la ayuden, que me la lleven a trailer, que se ponga cómoda, que orita voy.

Un puño de tierra de Antonio Aguilar. Entra el marichi, unas de chente, otras del potrillo, unas de mi inspiración, Desmáyame a nalgadas, Por ahí no que es pecado, Ya alcansas el timbre, Nomás la puntita, son las más coreadas. Chingadazo tras chingadazo de tequila, el respetable brinda conmigo. El mariachi se va, un aplauso para ellos, se van los músicos, bravo, me quedo yo y mi lira. Requinteo, el reloj, sin ti, la barca, cielo rojo. La audiencia, en su mayoría femenina, desvanece en éxtasis, ya empiezan a llover tangas. Hazme un hijo, me gritan. Behind blue eyes es el pretexto perfecto para levantarme y romper la lira al puro estilo Townshend. Enmudece el coso, un poema las pone ojichillonas. Adios, no lloren por mi, en el colmo del erotismo el aplauso unánime me despide como eyaculación de amante novato, las dejo con ganas. Me lloran, suplican, regreso. Las últimas del repertorio, con banda, sinaloense, duranguense, regresa el caballo. Chispasos de los fuegos artificiales cegan al palenque entero mientras la banda sigue tocando, cuando se apagan ya me he marchado.

Soy más grande que chente, el potrillo y ninel jutos... soy el Rey del palenque

1 comentario:

Alejandra Morón Díaz dijo...

Y... me vas a decir por fin ¿¿¿¡¡¡qué demonios te metes!!!??? Pero está chida la narración. Por cierto tus comentarios en mi blog no son muy apreciados por mí, pero me agrada la crítica con(de)structiva.

PD: Hay party de día de muertos, vas a asistir, ¿verdad?