jueves, 16 de agosto de 2007

30 años sin el Rey

Hoy hace 30 años murió un héroe de esos que no nos dieron patria, nos regaló algo mucho mejor; identidad, libertad y mucho rock and roll. Elvis Presley, su majestad el Rey del rock, dejó el edificio de su mansión conocida como Graceland en Memphis Tennessee entre decadencia y muchas pastillas, gordo, borracho e hinchado de varo.

Se decía que apagaba teles a plomazos, que regalaba Cadillacs a cualquier güey que se encontraba, que se creía agente de narcóticos y regañaba roqueros de moda, que prefería besar a una negra antes que a una mexicana aunque nunca se comprobó que haya dicho eso, que su muerte fue falsa, que como Pedro Infante sigue vivo y anda por ahí, que a quien enterraron fue a su gemelo que supuestamente murió al nacer, que su lápida decía Elvis Aron Presley en lugar de Elvis Aaron Presley y en la ventana de su habitación se apareció su rostro como si fuera la Virgen de Guadalupe. Tantas muchas cosas que hacen de él una leyenda.

Revolucionó la música y el mundo, fue de los primeros en fusionar el gospell con el rhythm and blues y el jazz para crear lo que hoy conocemos como Rock and Roll. Creó más que una moda, una identidad para los jóvenes, en un mundo en el que eras y vestías como adulto o niño, él inventó algo intermedio, a lo cual debemos estarle agradecidos todos, desde los que andamos de jeans y camisa o playera, hasta los que caminan con los pelos de punta y estoperoles en la ropa.

Hoy, a tres décadas de su muerte y mediante estas líneas le rindo tributo, me paro el copete y desempolvo mis zapatos de ante azul que me compré cuando hice mi primera comunión, cuando pensaba inocentemente que Elvis era un personaje de la tele como Bugs Bunny o Leono el de los Thundercats, en su honor recuerdo esa vez que encueré a una vieja al compás de “Love me tender”. Por eso y muchas cosas más le doy gracias.

Dios te salve Rey.

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