martes, 8 de diciembre de 2015

Fin de año, reinicio de esta madre

Cuando de repente volteas y ves al de mantenimiento, ese al que le hablas cuando el aire acondicionado ya te está dando neumonía, bailando lambada con las manos empotradas a las nalgas de la ruca del aseo, esa que te limpia el escritorio después de comer tlacoyos de chicharrón sobre él, sabes que tu vida vale madres y lo que sigue es que te dé cáncer en el culo por ser un maldito Godínez que vive sentado frente a una computadora que se traba hasta con el juego del Solitario.

Así son las fiestas de fin de año de la oficina: la confirmación de que tu universo está delimitado por la nómina y que tus posibilidades de diversión son tan amplias como el horario que marca en la tarjeta de asistencia. El hecho de tenerte que divertir con las mismas personas con las que compartes turnos de por lo menos ocho horas en un espacio cerrado en el que la vida se va poco a poco es tan triste como el hecho de que además hay gente que lo disfruta, que espera esa época del año con ansias porque es la única oportunidad que tiene de salir de la monotonía, sin saber que esos de los que está rodeado son los causantes de ésta.

Invariablemente todas esas reuniones acaban convirtiéndose en una especie de boda callejera de barrio pobre, con sus rolas choteadas y dinámicas de fiesta infantil, desde el Payaso de Rodeo hasta la línea de Disco Samba con el jefe hasta enfrente, dándose sus baños de pueblo sabiendo que la cercanía con él provocará en sus subordinados, por no decirles “pinches gatos”, una falsa ilusión de igualdad y trabajo en equipo, sin mencionar que es una oportunidad para embriagar a la sabrosa cotizada de contabilidad para convertirse en el error del que a la mañana siguiente se arrepentirá y en la próxima reunión todavía causará uno que otro asco.

Es esa época del año en el que se organizan intercambios con regalos de no más de 300 pesos, cuando bien les va, en las que revivo este puto blog para no volverme loco y meterme un tiro.

¡Chá!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué onda mi buen Mario? Ya estás como el peje, si no trabajas de que o de quién vives?

Unknown dijo...

¡A huevo!

EDUARDO dijo...

Jajajjajajajja si j
He sentidoo eso

EDUARDO dijo...

Jajajjajajajja si j
He sentidoo eso